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Actualizado: 30 de junio de 2025
La sorda hostilidad del misterio los rodeaba á todos; su vida era frágil, necesitaba de incesantes cuidados para mantenerse; y á pesar de esto, la tripulación, durante siglos y siglos, no había tenido un instante de acuerdo, de obra común, de razón clara.
La dirección del Padre Solano fué bien corta, pues la falta de alimentos, la naturaleza de estos, las fatigas causadas por las incesantes luchas y la tristeza que le ocasionó el martirio de su compañero, rindieron aquella existencia, ocasionando su muerte una aguda enfermedad. Á la muerte de Solano, acaecida en Junio de 1672, sucedió el Padre Francisco Ezguerra.
Ferragut recordó las flotas á vela de otros siglos, escoltadas por navíos de línea, siguiendo su rumbo á través de incesantes batallas; los remotos viajes de los galeones de las Indias, saliendo de Sevilla para llegar en rebaño á las costas del Nuevo Mundo. La doble fila de cascos negros con penachos de humo avanzaba mansamente en las jornadas de bonanza.
Nicolasa, no obstante, como todas las mujeres frías, pensadoras y traviesas, había sabido retener en sus redes, en este crepúsculo de amor, que califican de platónico, á varios suspiradores perpetuos, de los que llaman en Italia patitos. Uno, sobre todo, pudiera servir de ejemplo portentoso por su pertinacia, resignación y fervor en las incesantes adoraciones.
Las puertas estaban en dos piezas horizontales: la hoja inferior quedaba cerrada como una barrera, y la superior, al abrirse, era la única ventana que daba á la casa luz y aire. Las incesantes lluvias habían podrido aquellas habitaciones, reblandeciendo la madera, deshilachando sus fibras como si toda ella fuese á convertirse en gusanos.
Los gobiernos no quieren ejército: saben que es inútil para la defensa exterior de la nación, pues la fortuna nacional no permite su mantenimiento, y les basta con una organización embrionaria, que vive en pleno desorden, agitada por incesantes y contradictorias reformas, copiando los adelantos extranjeros, como una muchacha pobre imita las galas de la gran señora.
El cielo era más azul y sereno que en aquellos países de eterno verdor e incesantes cosechas que él recordaba; lucía el sol con más fuerza, pero bajo su lluvia de oro, la tierra andaluza se mostraba triste, con la soledad del cementerio, silenciosa como si pesase sobre ella la muerte, con un revoloteo de negros pajarracos en lo alto, y abajo, en los campos sin límites, centenares de hombres alineados como esclavos, moviendo sus brazos con regularidad automática, vigilados por un capataz. ¡Ni un campanario; ni una aglomeración de casas blancas como en los países donde existían verdaderos labradores! ¡Aquí sólo se veían siervos trabajando una tierra odiada que jamás podía ser suya; preparando unas cosechas de las que no tocarían un solo grano!
Dentro de nuestro corazón existe un impulso que nos hace apetecer nuevos y variados elementos de vida, cambios incesantes que nos ofrezcan formas más y más interesantes de existencia. ¿Qué sería el mundo si todos nos limitásemos á recibir los usos de nuestros padres y á guardarlos como un tesoro intangible y precioso?
Hacía versos, música, pintura, daba su opinión en todas las cuestiones, imponiéndola, como uno de esos oficiales jóvenes que al entrar en un salón burgués lo llenan con sus arrogancias y suficiencias, enardecidos por el silencio de los contertulios, que temen un lance de honor. Era un eterno teniente encanecido bajo una corona imperial y perturbado por los incesantes triunfos de su vanidad.
A medida que el pavoroso término avanzaba, las angustias de Beatriz hacíanse más incesantes, más intolerables, más mortales.
Palabra del Dia
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