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Actualizado: 7 de junio de 2025


¡De dónde ha salido este chico así! decía, y experimentaba al pensar en él un sentimiento confuso de amor y de pena, solo comparable con el asombro y la desesperación de la gallina, cuando empolla huevos de pato y ve que sus hijos se zambullen en el agua sin miedo y van nadando valientemente.

Para cambiar la pesada alimentación usual de los pueblos mineros, deseaba yo comer huevos frescos, y sabiendo que los paisanos de De-Hinchú eran celebrados por sus criaderos de aves de corral, me dirigí a él con tal fin.

PAN DULCE. Se hace una masa con un kilogramo de harina, medio de levadura, doscientos cincuenta gramos de azúcar y ciento veinticinco de mantequilla, seis huevos y doscientos cincuenta gramos de leche; se trabaja mucho hasta que la masa quede muy fina, se tiene reposando un buen rato y después se hacen unos panecitos que se cuecen al horno y son muy a propósito para servirlos con el .

Por fin se enteró. «Hoy no llevo más que media libra de falda para el cocido y una chuletita de lomo. Señor Paco, pésemelo bien». Tome usted, simpatía, y mande. También compró dos onzas de tocino; luego una brecolera en el puesto de verduras de la carnicería, y en la tienda de la esquina, arroz, cuatro huevos y una lata de pimientos morrones.

Y sale a relucir aquí la visita del Delfín al anciano servidor y amigo de su casa, porque si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho aquella visita, esta historia no se habría escrito. Se hubiera escrito otra, eso , porque por do quiera que el hombre vaya lleva consigo su novela; pero esta no. iv Juanito reconoció el número 11 en la puerta de una tienda de aves y huevos.

Pelayo, ¿irás conmigo A la corte? PELAYO. Y tan contento De ver lo que nunca he visto, Sancho, que los pies te beso. Dícenme acá de la corte Que con huevos y torreznos Empiedran todas las calles Y tratan los forasteros Como si fueran de Italia, De Flandes o de Marruecos. Dicen que es una talega Donde junta los trebejos Para jugar la fortuna, Tantos blancos como negros.

Empieza por escarvar en la arena un hoyo bastante profundo, donde va depositando los huevos; cuando tiene hecha la postura, valiéndose de las alas y andando para atrás, vuelve la arena á su posición primitiva, hasta formar un montón muy parecido á los que se encuentran en las carreteras para conservar la grava.

-Vuestra merced se sosiegue, señor mío -respondió Sancho-, que bien podría ser que yo me hubiese engañado en lo que toca a la mutación de la señora princesa Micomicona; pero, en lo que toca a la cabeza del gigante, o, a lo menos, a la horadación de los cueros y a lo de ser vino tinto la sangre, no me engaño, ¡vive Dios!, porque los cueros allí están heridos, a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el vino tinto tiene hecho un lago el aposento; y si no, al freír de los huevos lo verá; quiero decir que lo verá cuando aquí su merced del señor ventero le pida el menoscabo de todo.

CHURROS CON HUEVOS. Se ponen en un cazo dos jícaras de aceite y cuatro de leche, se les hace hervir sacándolas del fuego y echando la harina necesaria, de modo que se escalde, y trabajándola sin cesar con una cuchara de madera; se deja enfriar y mezclan a la masa cuatro huevos, trabajándola mucho nuevamente, después, como los otros, se ponen al molde de hacer churros, y se echan a la sartén lo mismo, en forma de rosca y en aceite fino y muy caliente.

La hembra, ciega y glotona, turba la obra, amenaza los huevos; el macho no los deja, defiéndelos, más madre que la madre misma. Y con todo, ese ínfimo entre los ínfimos es un tierno y laborioso padre de familia: tan pequeño, tan débil, tan desheredado, es ingenioso arquitecto, el obrero del nido, y con sola su voluntad, su ternura, consigue fabricar la protectora cuna.

Palabra del Dia

rigoleto

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