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Actualizado: 15 de junio de 2025
Duéleme el mal que te hago, pero yo no quiero que se burle nadie de ti... Reflexiona sobre todo esto y, créeme, no te dejes engañar ni por las coqueterías de la señora Liénard, ni por los halagos del señor Delaberge... Simón se desprendió de los brazos de su madre y se alejó rápidamente.
Hizo una pausa el Magistral para observar si Ana subía con dificultad aquella pendiente que le ponía en el camino. Ana callaba, meditando las palabras del confesor, recogida, seria, abismada en sus reflexiones. Sin darse cuenta de ello, le agradaba aquella energía, complacíase en aquella oposición, estimaba más que halagos y elogios las frases fuertes, casi duras del Magistral.
18 Volverá después su rostro a las islas, y tomará muchas; mas un príncipe le hará parar su afrenta, y aun tornará sobre él su oprobio. 21 Y sucederá en su lugar un vil, al cual no darán la honra del Reino: vendrá empero con paz, y tomará el reino con halagos. 22 Y con los brazos serán inundados de inundación delante de él, y serán quebrantados; y aun también el príncipe del pacto.
Al repasar las páginas del librillo de mi vida me pareció que iba yo recorriendo larguísima y desolada calle, entre dos hileras de tumbas que aquí y allá blanqueaban a la sombra de los sauces y de los cipreses. La felicidad y bienestar de mi familia en tiempos mejores vino a sonreirme, a lastimar con sus alegres memorias mi dolorido corazón. Antes abundancia, respetos, halagos, lisonjas.
No le importaba entrar en una casa de mala fama ni acompañarse de cualquier mujer de dudosa conducta. Cruzaba sin reparo por medio del lodo, segura de no mancharse. Pues tal sencilla altivez, tal indiferencia por los halagos de los hombres, llamaron al cabo la atención del irresistible Velázquez y concluyeron por preocuparle.
Desde allí podía ver al ciego confiado á su custodia. Quedaron inmóviles frente á frente. Desnoyers quiso decir muchas cosas, ¡muchas! pero vaciló, no sabiendo cómo revestir de palabras sus quejas, sus súplicas, sus halagos. Por encima de esta avalancha de pensamientos emergió uno, fatal, dominante y colérico. ¿Quién es ese hombre?...
Estas amistades de influencia, siempre perjudicial á la recta administracion de justicia, son en Manila un efecto casi necesario de la corta poblacion española , de la falta de todo recreo ó distraccion pública, y de que con la laxitud del clíma, y de las costumbres y halagos del pais, se entra en una vida regalona y blanda, y se pierde aquella entereza y enerjía de las costumbres europeas á los pocos años de residencia en las Islas.
Pero al familiarizarse con su nueva vida, al perder el encanto de la novedad estos halagos del amor propio, volvían los tenaces recuerdos a emerger en su memoria.
Felipe por su parte la habia pagado con justo valor el amor que depositara en él; mas se le iba estinguiendo, no le entusiasmaban ya los repetidos halagos de su esposa, y por esto no le causaba sentimiento su partida, verificándola aun antes de que esta se hallase repuesta de la indisposicion de su parto.
Que esto sea verdad lo confesarás tú mismo, cuando nos veas presentarnos, i defender la fe con igual denuedo en todo el imperio sin que tus detestables halagos nos engañen, ni tus amenazas nos aterren; i sin que nos venza la crueldad de los tormentos, hallándonos fortalecidos por aquel Señor que nos prometió estar con nosotros hasta la consumacion de los siglos.
Palabra del Dia
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