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Actualizado: 13 de junio de 2025
Total: que la esposa del héroe de Cerro Pardo poseía una colección enorme de alhajas, y los maliciosos las encontraban iguales á las que habían comprado en Londres y en Nueva York ciertas familias del Méjico anterior que andaban ahora vagabundas, lejos del país.
Otra falta notamos en el poeta francés. El lugar de la acción es en la obra original Castilla la Vieja, de acuerdo con la historia; Corneille, al contrario, sin motivo alguno fundado, lo traslada á Sevilla, que supone ser también la corte castellana; falta histórica grosera, puesto que aquella ciudad, en la época en que ocurre la acción, y más de un siglo después de la muerte del héroe, se encontraba en poder de los moros.
Ofendióse la altivez de Jacobo con los aires protectores del héroe del combate navo-terrestre de Cabo Negro, y quiso declinar fríamente la honra del convite; mas Villamelón le atajó la palabra, diciendo: ¡Nada, nada, nada! ¿Me entiendes?... No admito excusas, Benito; y Curra se ofendería de muerte. ¿Sabes?... Tiene debilidad por la familia, y lo que es por ti, delira.
Se diría que el autor de la novela, lo mismo que su héroe, se asusta de lo que piensa y siente; no tiene ni la más pequeña aspiración a divulgarlo; y sólo por estilo indeciso y esfumado se lo representa a sí propio.
Esa fuerza de voluntad, sostenida y dirigida por la fuerza de una idea, tiene algo de misterioso que parece revestir al hombre de un carácter superior y le da derecho al mando de sus semejantes: inspira una confianza sin límites, una obediencia ciega á todos los mandatos del héroe.
Podrá censurarse, como opuesto á la unidad de acción, el personaje del príncipe Don Sancho; y como innecesario, y que sirve de rémora al desarrollo del drama, el episodio del tercer acto; pero conviene tener en cuenta que uno y otro se habían arraigado firmemente por los romances y la historia en la mente del pueblo, que no podía separarlos de su célebre héroe favorito, y por consiguiente, no merece crítica el poeta, que se aprovecha de figuras características y de una bella tradición, para agruparlas alrededor de su protagonista.
Efectivamente, la estátua se hizo, y el general inglés la colocó en el primer rellano de la escalera de su casa. Varios amigos del general, sorprendidos de que dejase la estátua en la escalera, pretendieron hacerle ver que aquello no era decoroso, porque podria entenderse que queria desairar la memoria del héroe. La estátua está en donde debe estar, contestó Welington, y bajó la cabeza.
Vacilaba entre figurar á mi héroe dando migajas de pan al pajarito, ó metiendo la cabeza en los sumideros del palacio de su amada. Miré al magnífico Duque, y le ví con la cabeza gacha y colgante, como higo maduro.
Sin necesidad de levantar los tejados, como el Diablo Cojuelo, Apolonio adivinaba el drama oculto en cada casa, y con todos los pequeños dramas individuales formaba una gran tragedia, la tragedia de la calle, en que él era el héroe, la víctima, y Belarmino el traidor.
Al héroe sagrado, meritísimo de la República cristiana, por su eterna piedad y virtud, el Senado y pueblo de Sevilla dedicadísimo á su sagrada memoria y majestad.»
Palabra del Dia
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