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Ya tenían canas las cabezas de uno y otro, y D. Baldomero decía a todo el que quisiera oírle que amaba a su mujer como el primer día. Juntos siempre en el paseo, juntos en el teatro, pues a ninguno de los dos le gusta la función si el otro no la ve también.

Pero esto se lee, esto gusta, esto recorre el mundo, esto hace fortuna, reputacion, gloria ... en España tambien. ¡Qué desventura! Pero ¿podrás negarle, se me dice, la habilidad en la ejecucion? ¿Podrás negarle su belleza en la forma?

Y tenía, por último, el estilo patético de la Semana de Pasión y de la Semana Santa, durante las cuales los sermones, más que hablados, eran en Villabermeja, y siguen siendo aún, cantados, sin que gusten de otra manera. Sermón de Semana Santa, sin lo que llaman allí el tonillo, no gusta á nadie ni se tiene por sermón.

Además, la duquesa es una mujer sublime y hace cosas de las que ni ni yo seríamos capaces. ¿Tomarías caldo durante todo un año y en todas las comidas? ¡Caramba! ¡No me parece eso muy divertido! ¡Pues bien! la duquesa pone el puchero a la lumbre cada dos días, porque a su marido no le gusta la sopa de vigilia.

917 La hallé una vez de amasijo; estaba hecha un embeleso, y le dije: "Me intereso en aliviar sus quehaceres, y ansí, señora, si quiere yo le arrimaré los güesos." 918 Estaba el ñato presente sentado como de adorno; por evitar un trastorno ella, al ver que se dijusta, me contestó: "Si usté gusta, arrímelos junto al horno."

Hay que ser superficial, frívola, y como a no me gusta eso, pues... me callo». «Bien hecho la dije, no te aflijas, hija mía; yo te buscaré un novio digno de . No te aseguro que sea rico; pero inteligente y espiritual y culto y muy hombre, merecedor, en una palabra, de los tesoros de tu alma». Inesilla se conmovió profundamente.

Don Ramón no sabía la letra sino á medias, pero lo cantaba con el mismo entusiasmo que si la supiera. Sobre los cuales se apoyaba sin cesar hasta concluir el allegro. ¡Hola! D. Ramón, le dije un día desde la cama; parece que le gusta á V. Los Puritanos.

has sido siempre algo verde; ya sabes que te conozco, y me gusta que no te mezcles en estos líos. Esto te lo digo porque te quiero y porque esa gente va a llevar palo... mucho palo. Y se frotaba las manos, como si le regocijase la esperanza del castigo que iban a sufrir los rebeldes.

¡Bien! ¡Bien! A las nueve.... ¡A las nueve en punto!... Me gusta mucho la exactitud. Iba yo a seguir la conversación; pero el abogado me interrumpió bruscamente y tendiéndome la mano me dijo: ¡Adiós! ¡Que usted se divierta! No bien me separé de Castro Pérez, cuando a mi espalda un ruido de carruaje ligero.

Además, para lo que he de cenar yo... Conque si te gusta más esto...