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Actualizado: 25 de julio de 2025


Más que ningún otro tenía la manía del «¿se acuerda, señor?», como si los recuerdos de su dilatada vida de guardián de carneros no constituyeran más que una serie no interrumpida de bienandanzas. No era, por cierto ya lo había yo advertido, el encuentro que más agradaba a Domingo.

Una vida de muchacho aturdido con varias compatriotas libres como ella de las viejas ataduras del sexo; una existencia de estudiante; teatros, cenas hasta altas horas de la noche, sin más hombres que algún gentleman viejo, que acompañaba a esta tropa de emancipadas lo mismo que un guardián de harén sigue a las odaliscas en vacaciones.

Iba a decirle todo lo que sentía; llegaron las palabras a mis labios, y debió traicionarme mi fisonomía, porque ella hizo un gesto en el que yo adiviné toda su recelosa curiosidad y la alarma con que miraban sus grandes y húmedos ojos negros, pero en aquel instante, pensé en mi pasado, contemplé con la rapidez del relámpago mi presente, y el honor, ese frío guardián de las pasiones, selló mis labios.

¿El expediente número mil cuatro, letra P, sobre embargo de sueldo al vigilante Zacarías Machete?..., ¡un guardián que no le gusta pagar casa y que tiene unas costumbres que da vergüenza!... Figúrese usted que... Por orden del señor ministro, señora, esos expedientes dientes están reservados... Son tantos, que para firmarlos se necesita un mes entero...

Bien, muy bien dijo Maltrana . parece que estás aquí perfectamente, mientras tu pobre padre va a morir de vergüenza. ¡Golfo! ¡ratero! El Barrabás sonrió e hizo un ligero movimiento de hombros, como dando a entender a su hermano que para dirigirle tales reconvenciones no era precisa su visita. Este es un mozo de cuidado dijo el guardián dándole golpecitos en la nuca . Este irá a Ceuta.

Era el santo miedo, guardián de nuestra conservación, el que perturbaba á las gentes, ocultándoles la terrible verdad que existe al término de toda vida. Las gentes cuerdas consideraban una locura el ir al encuentro de la muerte.

Guardián de la Recoleta de Cajamarca era, por los años de 1806, fray Fernando Jesús de Arce, quien, contrariando la arzobispal y disciplinaria disposición, dió en permitir el paseíto por su claustro a las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque. La autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar en vereda, y se armó proceso, y gordo.

A los pocos días Ángel era también «el mejor amigo de la casa», y el compañero inseparable de Luz y sus amigas en corrillos, fiestas y paseos. No podían pasar las cosas de otro modo con un carácter como el del «guardián del paraíso» de Luz.

Fray Antonio quiso entonces justificarse, y antes de volver a Madrid, donde habitualmente residía, habló al padre guardián como sigue: No sólo ha habido duende sino uno de los duendes más poéticos que en este mundo sublunar puede darse. Era ella tan pura, tan cándida y tan ignorante de lo malo, que a los quince años parecía ángel y no mujer.

Pero esta mañana, en mi casa, lamentándonos de la miseria, hemos visto de pronto la salvación. como único guardián de la catedral, la Virgen en el altar mayor con las joyas que el resto del año se guardan en el Tesoro, y yo con las llaves en mi poder.... El trabajo más fácil del mundo.

Palabra del Dia

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