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Actualizado: 9 de junio de 2025
Encantadora estaba Currita aquella noche con sus rojos pelitos peinados a la griega y una extraña toilette un poco abigarrada, muy propia del caprichoso tiempo de carnestolendas.
Por fin libré mi prepucio y mi trasero por mil zequíes, y me escapé corriendo á Persia, resuelto á no oir en Turquía misa griega ni latina, y á no decir nunca Aláh, Ilah, Aláh en los ratos de los gustos de amor. Así que llegué á Ispahan, me preguntáron si era del partido del carnero negro ó del carnero blanco. Respondí que lo mismo me daba uno que otro, con tal que fuera tierno.
D'Ampere, un espíritu no menos sério, ni menos profundo ha dicho á este respecto: «La grande escultura griega, tal como se muestra en la Niobe de Florencia ó en las estátuas del Partenon, es la poesía homérica traducida en mármol. El Dante dibuja sus figuras á la manera enérjica, atrevida y grandiosa de Miguel Angel; y el fresco del Juicio final es un canto del Dante.»
No es una vista pintoresca y expresiva, como las de Génova, como las de Nápoles, como las de Roma, como las de Granada, Córdoba ó Sevilla: no es una belleza italiana, griega, española; no es una naturaleza artística, por decirlo así; un arte naturalmente monumental, pero es una belleza grandiosa. Avanzamos hasta el principio de la plaza y el espectáculo cobró mayores dimensiones.
La altiva ciudad griega, y con ella la admirable civilización de los helenos, que continuará resplandeciente á través de la historia, se explica también en gran parte por la forma del Hélada, donde numerosos lagos, separados unos de otros por colinas y elevadas montañas, tienen cada uno su pequeña familia de arroyuelos y de valles. ¿Se puede imaginar Esparta sin el Eurotas, Olimpia sin el Alfeo y Atenas sin el Iliso?
El Dante puede mostrar a Virgilio este león encadenado, convertido en mármol de Paros y en estatua griega, porque del otro lado de la tumba todo lo que sobrevive debe ser bello y arreglado a los tipos divinos, cuyas formas revestirá al hombre que viene.» Y si estas palabras que subrayo, porque ellas son acaso las más profundas que Sarmiento haya escrito, pudieran parecer obscuras en su misma profundidad, ved cómo concreta después su juicio definitivo sobre el protagonista de esta obra: «He aquí me decía un joven Arce, pariente de Quiroga cómo yo llevo la toga y la clámide del griego y no la túnica ni la dalmática del bárbaro.
Págase la gente de guerra por órden de Andronico con moneda corta, de donde nacieron nuevos alborotos. Forzado Andronico, de la necesidad, con astucia y fraude Griega, mandó librar la moneda de plata que se dió á los Embajadores para hacer el pagamento, muy menoscabada, y falta en más del tercio de su antiguo valor, y quiso que la recibiesen los soldados como si fuera muy entera.
Sus entusiasmos de constructor embellecían aún los barrios antiguos con obras semejantes á las que había levantado años después en España al ocupar su trono. Luego de admirar en los museos la estatuaria griega y los objetos desenterrados que revelaban la vida íntima de los antiguos, corrió Ulises las arterias tortuosas y muchas veces sombrías de los barrios populares.
La pobre emperatriz griega llegaba á tiempo para recibir la noticia de la muerte de su hermano en una batalla y seguir la fuga de su cuñada y sus sobrinos. Todos se refugiaban en Lucera dei Pagani, castillo defendido por los sarracenos al servicio de Federico, únicos fieles á su memoria.
Entre aquellos monumentos el mas interesante es la preciosa capilla griega ó de estilo bizantino ruso, llamada Mausoleo, que el duque reinante hizo construir en 1852 en honor de su esposa difunta, princesa de Rusia.
Palabra del Dia
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