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La misa. Yo no apruebo las ideas de mi sobrino Antero. Hasta ahora hemos vivido á gusto en este valle sin minas, sin humo de chimeneas ni estruendo de maquinaria. La vega nos ha dado maíz suficiente para comer borona todo el año, judías bien sabrosas, patatas y legumbres no sólo para alimentarnos nosotros, sino para criar esos cerdos que arrastran el vientre por el suelo de puro gordos.

Por lo mismo Julián y Nucha se hablaron muy de quedo, mientras la señorita manejaba la aguja de crochet calcetando unos zapatitos que parecían bolsas. Julián empezó por preguntar si se le había quitado el susto de la noche anterior. , pero todavía estoy no cómo. Yo tampoco les tengo afición a esos bichos asquerosos.... No los había visto tan gordos hasta que vine a la aldea.

A estos hechos se agrega la asercion de los que han andado por allá, de que hay barreros para ganados; que los caballos de los Mbayás estan muy gordos y aventajados á los de esta provincia; que se crian ovejas, y por fin, que el terreno es excelente, y que lo produce todo, con ventaja al de esta provincia.

Por supuesto que, si tenía el atrevimiento de venir a hablarle, le daría un desaire de los gordos, le volvería la espalda. Y confesaría otra vez con D. Narciso. Y diría a sus amigas en qué situación le había visto con una señora desconocida y elegante. Porque no cabía duda de que vestía con elegancia, bien lo había reparado. Aquel abrigo largo no estaba hecho en Peñascosa. ¿Quién sería?

Además Peña es muy gordo proseguía él sin hacer caso de la cariñosa advertencia y dice con razón Gustavo Núñez que los hombres gordos no son capaces de bondad ni de maldad. Sólo los delgados son realmente buenos o malos. Reynoso principió cómicamente a palparse y a palpar a Cirilo. ¿ y yo somos delgados o gordos, querido?

Señor conde, usted tiene algún diablo metido en el cuerpo; está usted tan mozo y tan fresco como la última ves que le vi. La señora condesa no tiene tan buen color, pero ha de ser por culpa, si no me engaño, de estos diablejos que veo por aquí tan gordos y sonrosados.

Es tan dilatada la tierra habitada por los Cários, que tiene 300 leguas de ancho y largo. Los indios son pequeños y gordos, y mas trabajadores que los demas. Traen un agugerillo en los labios, y en él un cristal leonado, que llaman en su idioma tembetá, de dos palmos de largo, y del grueso de un cañon de ganzo: andan desnudos como las indias.

No para qué los reyes han de tener gordos y ensoberbecidos á estos avechuchos dijo la vieja. Pero el sobrino del señor Francisco... os he preguntado por él tres veces y nada me habéis respondido... y que ha pasado aquí la noche... La madrugada, diréis. En buen hora... ¿y duerme todavía? El que se acuesta tarde, no se levanta temprano. ¿Y decís que conocéis á mi sobrino? dijo el cocinero.

A las doce comienzan a salir los peces gordos, los jefes de negociado, los banqueros, algunos propietarios; pero sólo después de las dos de la tarde podrá usted ver en la calle a los ministros, a los directores generales, a los títulos de Castilla, a los grandes literatos....

La laguna á que alude es la Ibera, cerca de la ciudad de Corrientes, cuyos bordes se hallaban poblados por los Caracarás, al tiempo de la conquista. De como llegamos á los Zemais Salvaiscos, y Mepenes. Volvimos á embarcarnos, y á los cuatro dias, navegadas 16 leguas, llegamos á la nacion llamada Zemais Salvaiscos ; sus indios son pequeños y gordos: se sustentan de pesca, caza y miel.