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Actualizado: 8 de junio de 2025


Yo estoy heroica y me callo... La de Aimont gime al hablar de la increíble suerte de esta muchacha que ha encontrado el secreto de pescar tan buen partido. La cosa les es más sensible porque el joven de Martimprey exige 20.000 pesos de dote en vez de 10.000, para casarse con Paulina. Es lo último... Los Aimont están furiosos por tal regateo, y es natural.

Y en tanto el ausente gime, llora y pena, y en acento triste cantando se queja: Mal haya quien fía en mujer que queda.

Hoy han cambiado mis ideas. Con mis pretensiones al estudio de mis semejantes, mis alas se desarrollan y se ensanchan y pido conocer el mundo, la vida, las solteronas... y qué yo cuántas cosas... En una palabra, la abuela está un poco asustada al ver tal actividad intelectual. Espero, Magdalena, que no te vas a volver una cerebral gime aterrada.

¡Magnífica epopeya que parece relatarnos el viento que gime por entre los jarales del Pirineo!

La época en que el calendario señala el aniversario de los muertos está en consonancia con el duelo y horror de los sepulcros. La Naturaleza gime como los corazones, y los elementos al expirar el año parecen retorcerse entre las convulsiones de una agonía triste.

Sin embargo, el mismo público que gime y se lamenta durante el invierno, es el que baila en el verano. ¡Inescrutables misterios de la humanidad, que yo respeto y admiro! Por eso los tales bailes son la única curiosidad que podemos ofrecer ya en Santander á los forasteros que nos visitan durante el estío; el único aliciente, el mejor cebo.

Y cual si el sueño que á Ataide embarga fuese un conjuro que la evocára, en los fulgores raudos de plata que á la corriente la luna arranca, Leila aparece trasfigurada, los negros ojos ardiendo en llamas, voraz sonrisa mostrando avara, suelta la luenga crencha dorada, que en su aureola radiante baña las maravillas de su garganta, sus curvos hombros, su seno que alza aliento inmenso que gime y canta y en poderoso volcan estalla.

Se pasa la mano por la frente, como si tratase de encender de nuevo esa luz, pero todo permanece obscuro; sombra y misterio es para él lo que acaba de experimentar. Le parece que va a gritar, que va a confiar a la noche la angustia indefinible en que se agita. Se pone de rodillas en el mismo sitio donde ha caído Gertrudis, y, con la frente apoyada en el ángulo del banco, gime dulcemente.

Solloza con Schubert, canta y sueña con Mendelssohn, brilla y gime con Chopín, vibra y arrebata con Rubinstein, conservando siempre, arriba de todo, el carácter expresivo de su personalidad. ¿Me perdonará estas líneas la suave y modesta criatura, a quien debo un momento inolvidable? ¿Me perdonará la Sta.

Ningun soldado gime, Pero dolor sublime Las frentes inundó; Mas él del hondo seno Lanzaba voz de trueno: «Soldados, al cañon!» Y el Escuadron valiente A la batalla ardiente Con furia se lanzó, Y en la garganta estrecha Y encima de la mecha Su gefe le miró. Y su bandera viendo

Palabra del Dia

rigoleto

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