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Actualizado: 3 de junio de 2025


Bien podía ser que escribiese a su amada llenando el papel con versos ingenuos y simples, como la florecilla azul que apunta en el alma de toda pasión germánica. Y al adivinar el amor en estos esclavos de la responsabilidad que velaban por la suerte del pueblo flotante, lo veía único, noble, rectilíneo, lo mismo que el deber y la disciplina que mantenían a todos en sus puestos.

El Dios del Estado prusiano es el «viejo Dios alemán», un heredero de la feroz mitología germánica, una amalgama de las divinidades hambrientas de guerra. En el silencio de la avenida, el ruso evocó las rojas figuras de los dioses implacables. Iban á despertar aquella noche al sentir en sus oídos el amado estrépito de las armas y en su olfato el perfume acre de la sangre.

En su preparación ha tomado la Universidad tanta parte como el Estado Mayor. La ciencia germánica, la primera de todas, está unida para siempre á lo que los revolucionarios latinos llaman desdeñosamente el militarismo. La fuerza, señora del mundo, es la que crea el derecho, la que impondrá nuestra civilización, única verdadera.

Felipe II se revistió de un falso españolismo para continuar la política germánica de su padre. Esta máscara nos causó gran daño, pues aún quedan hoy muchos que la admiran como la más castiza representación del españolismo. Hay para volverse loco ante las absurdas conjeturas y las faltas de verdad que inspiran aquella época.

Al final, el capitán consejero levantó su copa por Francia. «¡Hoc!», gritó como si mandase una evolución á sus soldados de la reserva. Por tres veces dió el grito, y toda la masa germánica, puesta de pie, contestó con un «¡Hocsemejante á un rugido, mientras la música, instalada en el antecomedor, rompía á tocar la Marsellesa. Desnoyers se conmovió.

Por primera vez Argensola aprobó con los ojos y el gesto las palabras de Hartrott. Exacto lo que decía: el mundo era víctima de la «superstición alemana». Una cobardía intelectual, el miedo al fuerte, hacía admirar todo lo de procedencia germánica, sin discernimiento alguno, en bloque, por la intensidad del brillo: el oro revuelto con el talco.

Su manutención era una carga para su familia; por lo cual, sin desanimarse, con toda su calma germánica, tomó la resolución de venir a España, donde, por desgracia, la sangrienta guerra del Norte le abría esperanzas de que pudieran utilizarse sus servicios.

La precipitación general hacía desaparecer la exagerada y untuosa amabilidad germánica. «Son como lacayos pensó Desnoyers . Creen próxima la hora del triunfo y no consideran necesario fingir...»

Italia... aquí se detenía el profesor, recordando que esta nación era una aliada, poco segura ciertamente, pero unida todavía por los compromisos diplomáticos. Sin embargo, mencionaba á los longobardos y otras razas procedentes del Norte . España y Portugal habían sido pobladas por el godo rubio, y pertenecían también á la raza germánica.

En cuanto á la proporcion de las razas en el canton de Berna, la germánica absorbe las nueve décimas partes de la poblacion, poco mas ó ménos, hallándose concentradas en la region del Jura todas las poblaciones que corresponden al grupo frances ó franco-helvético.

Palabra del Dia

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