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Actualizado: 16 de julio de 2025
No veo la causa de que tu marido te sea tan odioso. Podrá no ser simpático; pero no es mala persona. Podrá no ser un Adonis; pero tampoco es el coco. Mujeres hay casadas con hombres infinitamente peores, y viven con ellos; allá tendrán sus encontronazos; pero se arreglan y viven... Tú no seas tonta, que no sabes la ganga que es tener un hombre y una chapa decorosa en el casillero de la sociedad.
Estaba en el otoño, ya muy entrado, de su azarosa vida, y comprendía que aquel hombre era una ganga. Entregáronse, pues, al mayor desenfreno amoroso: ella por cálculo y él por torpe apasionamiento.
Su finura resultole afectada, como de personas ordinarias que se empeñan en no parecerlo. Las visitas le daban cumplida enhorabuena por su boda. En los ojos se les leía este pensamiento: «¡Vaya una ganga la de usted!». La señora de D. Basilio repitió la visita el segundo día. Iba vestida de pingajos de seda mal arreglados, queriendo aparentar.
Y don José, que apenas se acordaba de sus bienes, dejándolos confiados a la débil administración de su mujer, preocupábase a todas horas de la fortuna del matador, colocando su dinero a rédito con entrañas de usurero para hacerlo fructificar. Un día abordó a su protegido alegremente. Ya tengo lo que deseas. Un cortijo como un mundo, y además muy barato: una verdadera ganga.
Estoy á las órdenes del señor... ¡Ah! aquí el servicio de la puerta es una ganga... ¡Esto es una tumba! ¡Una verdadera tumba! Marenval se apoyó en la chimenea para no sentarse dejando en pie al viejo criado de cabello blanco. El comerciante enriquecido tenía esos rasgos de delicadeza y se mostraba siempre dulce con los humildes.
¡Vaya una ganga el ser hereje! ¿Qué utilidad trae el ser hereje?... Y cambiando bruscamente de tema preguntóle: ¿Cómo va ese aquelarre que habéis hecho en los Cuatro Caminos? Se refería al asilo de ancianas, del cual era D.ª Carmen la principal protectora. Va muy bien. Sólo que la marquesa de Alcudia no quiere continuar siendo tesorera. No sabemos a quién se ha de nombrar.
Tiene una muchacha decían sus camaradas que le arregla y le cuida: una verdadera ganga, y además, guapa. ¡Qué suerte la de ese chico!... Y comentaban el astuto recelo de Maltrana, que, conociendo la lengua libre y las audacias de la tropa menuda de sus amigos, cuidábase de ocultarles su domicilio.
Esta feliz idea, que cuadraba muy bien con los gustos de la castellana, había hecho a la de Candore muy popular. ¡No es tan orgullosa como se dice! exclamaban las comadres, encantadas de ser admitidas en el castillo. Al menos hace vivir al país declaraban los comerciantes, entusiasmados por la ganga. Resucita las antiguas costumbres decían los viejos en tono de aprobación.
Sólo Madrí, que a ese se le acaba la ganga, ya no nos chupará la sustancia; se va a hacer una cosa magnífica, que se llama descentralizar; y veremos cómo después se le baja el orgullo a la Corte. ¡Si es inicuo y absolutista lo que está pasando! Aquí no nos mandan, voy a poner por caso, sino tabaco de segunda, filipino para eso, espérelo usted un mes o dos.
Palabra del Dia
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