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Actualizado: 1 de julio de 2025


Este nefando tráfico no era nuevo entre los pérfidos judíos; en el primer tercio del siglo IX los israelitas de Francia, codiciosos como todos los de su raza, alentados por los escesivos privilegios de que gozaban, lo habian introducido en España vendiendo en la corte de Al-hakem I muchos párvulos robados allende el Pirineo, despues de ejecutar en ellos todo género de maldades y torpezas . Habiendo estos crímenes retoñado despues de la conquista, con ocasion de vivir juntas dentro de Córdoba gentes de tan opuestas religiones, tuvo que mandar severamente el pontífice Gregorio IX al obispo en el año 1239, que obligase á los judíos á traer siempre una señal pública para que en el trage se distinguiesen y fuesen conocidos de los cristianos, segun lo habia dispuesto el Concilio Lateranense.

Papel sellado, peticiones escritas, declaraciones, ratificaciones, filiacion y la intervencion de cinco ó seis empleados diferentes fueron indispensables para probar que yo era yo y tener licencia para salir de España con destino á Francia.

Dos galeras monegascas figuraban siempre en las armadas de España... Sólo cuando la decadencia de los Austrias empezó á hacernos perder nuestra influencia europea nos abandonaron los Grimaldi, con la precipitación del que huye de una casa que se viene abajo. Richelieu hacía en aquellos momentos la grandeza de Francia, y se fueron con él.

En los recientes tiempos normales antes de la guerra mundial, el consumo del nitrato ha sido el siguiente: la Gran Bretaña usaba el cuarenta por ciento; Alemania y los Estados Unidos veinte por ciento cada uno; Francia aproximadamente diez por ciento; y lo demás se exportaba a los países lejanos de Egipto, Japón y Australia. En efecto, sin el nitrato no puede tener tanto éxito la agricultura.

Don Francisco no tiene casa en Madrid... por ahora. Se le llevará á una torre del alcázar. Estaría demasiado cerca del rey. La torre de los Lujanes... Es demasiado honor para un simple caballero que le encierren donde ha estado encerrado un rey de Francia. Le llevaremos á un convento. Quevedo se serviría de los frailes. Consultaré, pues, á su excelencia.

Cuarenta argollas está labrando el lascivo Murat para conduciros al Norte como a los animales más inmundos... ¡Soldados, gemid de rabia y furor!... Doce millones de hombres os están mirando y envidiando vuestra gloria, y aun la Francia misma ansia por vuestros triunfosRuidosos aplausos y gritos acogieron esta proclama, fielmente recitada con dramáticos gestos por el muchacho.

Á la verdad, yo os creía en España con el valiente Enrique de Trastamara. Allá estuve, barón, y á Francia vine con la misión de reclutar gente en su auxilio.

El templo estaba repleto de fieles; sobre el altar figuraban en haz las banderas de Francia y las naciones aliadas. La muchedumbre implorante no se componía únicamente de mujeres.

Además, de su último viaje a Francia le quedaban diecisiete luises y dos o tres billetes de cien francos. Total, dinero sobrado para llegar a cualquier parte.

Desde entonces, no ha estado en Francia más que raras veces; siempre en el mar, ha podido hacer economías para su esposa que, por su parte, las ha hecho para él. Honorina, embellecida por el tocador, por el bienestar y por el aumento de carnes, ha reinado diez años en el departamento del Var.

Palabra del Dia

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