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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Sin él podemos adquirir la seguridad de la existencia de los cuerpos; sin él nos formamos idea de la superficie y del volúmen; sin él conocemos el movimiento; sin él alcanzamos á distinguir cuando ese movimiento pertenece al objeto ó al órgano que recibe la impresion.

Nosotros, los españoles, desde hace años pecamos de desconfiados y formamos de nosotros mismos muy pobre concepto. Pensamos y decimos sin ironía ni broma algo parecido á lo que por chiste yo decir una vez al Sr. D. Antonio Cánovas con general regocijo de cuantos le escuchaban. Decía que él se había venido de Málaga huyendo porque allí todos le engañaban ó trataban de engañarle.

También lo eran la envidia y el respeto que le inspiraba aquel pobre menestral marchando al encuentro de la muerte con otros seres igualmente humildes, enardecidos todos por la satisfacción del deber cumplido, del sacrificio aceptado. El recuerdo de Madariaga surgía en su memoria. «Donde nos hacemos ricos y formamos una familia, allí está nuestra patria

Los grandes industriales han comprendido que debían ayudar a las víctimas de esta guerra, que sirvió para favorecerlos. ¿Viene usted a unirse a nuestras abnegadas hijas...? ¡Muchas gracias...! Entonces voy a indicarle el camino que deberá seguir. No se atenga usted demasiado a la parte práctica; nosotras formamos aquí mujeres capaces de suplir a los médicos cuando éstos se encuentran lejos.

No siempre corresponde tampoco el lugar de la acción en Las Comedias de teatro á la idea que de él nos formamos, y así consta de los diálogos, en que los personajes, al salir á la escena, aluden á la localidad en donde se hallan, puesto que tales explicaciones serían inútiles por completo, si los espectadores tuviesen á aquélla ante la vista.

Una cosa es el juicio callado que formamos por el esfuerzo único de la propia observación, y otra muy distinta ese mismo juicio cuando le vemos confirmado a voces por los demás. Sin ser un verdadero hallazgo entonces, parécenos de doblada consistencia; y esto le presta cierto color de novedad.

Si observamos esas trazas evidentes de decadencia, como es justo, en las obras de los dos poetas, cuyo juicio general formamos ahora, no ha de negarse por esto que tenían otras prendas estimables, que nos hacen recordar á veces los pasados y mejores tiempos, y que de todas maneras se elevan mucho sobre la incomparable y profunda decadencia, que aparece en los trabajos de sus demás contemporáneos, y que se acentúa más y más después de la muerte de los primeros.

Hase de tener presente lo que ya hemos mostrado que nosotros formamos imágenes de todas las cosas que percibimos, no solo de las sensibles, sino tambien de las espirituales; y si las considerásemos atentamente, hallaríamos dentro de nosotros un mundo espiritual mucho mayor que este que habitamos, y reducido á cortísimo espacio: es decir, hallaríamos en nosotros mismos las imágenes que corresponden á los objetos que componen este mundo visible, y á los espirituales, é incorporeos que no son de su esfera, y lo que es mas todas reducidas á cortísimos límites.

La reunion de estas condiciones forma la idea de una inactividad ó inercia absoluta; el estado de un tal ser, es el de una inaccion absoluta. Si queremos caracterizar algun tanto esta idea general para que pueda ofrecer algo á nuestra intuicion, no encontramos otro medio que el de añadirle la idea de extension, con lo cual formamos en algun modo la idea de materia inerte.

Por otro camino yerran otros, y los precipita su imaginacion. Como todos sentimos, é imaginamos las cosas en la niñez, y entonces no razonamos, hacemos un hábito de imaginar de tal suerte, que despues quando exercitamos la razon nos vemos obligados á imaginar los objetos sobre que razonamos, y no podemos percibir la cosa si no formamos imagen sensible de ella en la imaginacion.

Palabra del Dia

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