United States or Cook Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Sólo pude sospechar que era el resultado de un inocente «flirteo» antes de que la fortuna la hubiera sonreído, lo cual había hecho que se desarrollara en aquel hombre vulgar una gran arrogancia, tratando de imponerse sobre su buen natural; y después, viendo que era generosa y tierna, había asumido esta actitud de dominio sobre sus actos.

LA ENFERMERA. ¡No, hija mía...! Cuando haya cuidado usted a algunos heridos se iniciará en el flirteo, que acerca al enfermo a su ángel de la guarda. Todas estas viejas hadas, la generala de las enfermeras y la marquesa de las parlanchinas, no saben lo que es cuidar hombres.

Permítame usted que le presente a D. Narciso Solís. De esta suerte, el Padre González ha tenido la culpa de que yo conozca a Narcisito. Después, la verdadera culpada de que hable yo con Narcisito, de que me ponga con él de acuerdo, y de que el flirteo se convierta en noviazgo, ha sido esa hipocritona de doña Rita.

No importa que seamos tan feas como una bruja o tan bellas como Venus, tenemos que estar amarradas a alguna mujer de edad, que muy frecuentemente sucede que es tan aficionada a un «flirteo» moderado como la ingenua joven que está a su cargo. Discúlpeme, señor Greenwood, que le hable tan cándidamente, pero mi opinión es que los métodos modernos de la sociedad son todos fingidos y engañadores.

LA ENFERMERA. ¿Qué duda cabe...? Si yo fuera la dueña, querría que todos los heridos viviesen en un sueño espléndido. ¡Que las enfermeras, sin excepción, fuesen lindas y cariñosas...! No prohibiría ni el tango ni el flirteo. Ponga usted aparte los atacados de altas fiebres. Los demás tienen un padecimiento terrible: el aburrimiento.

Si quieres que vaya a Mar del Plata y bailemos el primer baile, me tienes que contar... a ver, habla. Pues, bueno; no hay nada; pero... puede haber. ¡Qué bien me vendría que me acompañaras a Mar del Plata! ¿Flirteo?... ¿Principio?... Iré si me necesitas. Bueno; entonces te contaré. Aunque ya te puedes imaginar... No digas más, Margarita, ¡no digas más!... ¿Ha vuelto? ¡Era de ley!

Nuestro ambiente social era distinto, y mientras ella se embriagaba con la dicha de mi nombre se me consideraba buen mozo entonces yo vivía en una esfera de mundo donde me era inevitable flirtear con muchachas de apellido, fortuna, y a veces muy lindas. Una de ellas llevó conmigo el flirteo bajo parasoles de garden party a un extremo tal, que me exasperé y la pretendí seriamente.