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Actualizado: 21 de julio de 2025
En España es ingénito el creer que nobleza obliga, y nosotros, que en larga residencia en aquel Archipiélago hemos podido apreciar las ambiciones de progreso que laten en aquel pueblo tan vejado y deprimido, consideramos que por lo que al interés público conviene, estamos obligados á emprender en primer lugar una razonada defensa del pueblo filipino: defensa que creemos justificadísima, puesto que en la conciencia de todos está la certeza de que hasta el momento en que los sucesos de las Carolinas hicieron reverdecer, aunque sólo fuera de modo fugaz, los recuerdos de nuestras colonias Oceánicas, el hablar de Filipinas fué siempre cosa nueva y peregrina, ¡tanto era el olvido en que se las tenía!
La réplica era viva y el P. Fernandez se sintió cogido. Miró á Isagani y le pareció gigantesco, invencible, imponente, y por primera vez en su vida creyó ser vencido por un estudiante filipino. Se arrepintió de haber provocado la polémica, pero era tarde. En su aprieto y encontrándose delante de tan temible adversario, buscó un buen escudo y echó mano del gobierno.
Despues de la fábula de las mil y quinientas islas que componen el Archipièlago Filipino, viene la de las «centenares de razas que en babilónica confusion pueblan las islas,» como dice un autor lírico geográfico que escribió sobre este pais.
6.o El filipino mas irreflexivo, visto el triunfo de las armas americanas, no podrá menos de convenir en que toda concesion en favor de Filipinas en estos momentos procede exclusivamente de la liberalidad del pueblo Norte-americano; lo cual es una razón mas ... para que el Congreso se muestre benévolo é indulgente.
No te alebres, lector, al afrontar el título de este volumen, imaginando que van a servirte versos escritos en todas o algunas de las treinta y tantas lenguas vernáculas del Archipiélago Filipino. Ni yo sabría aderezar ese manjar, ni tú cómo catarle.
En general, el clima de Mindanao como el de todo Filipinas, al contrario de lo que en España se cree, es muy sano y agradable, lo que se demuestra fácilmente observando lo escaso de la mortandad que allí sufren los europeos. Sobre este particular, dice el Sr. Scheidnagel, que tanto y tan acertado tiene escrito acerca del Archipiélago filipino:
De antiguo venimos demostrando especial solicitud por cuanto afecta á nuestros intereses en la Oceanía, y nadie por tanto podrá tacharnos de interesados si recordamos con insistencia á los poderes públicos la imperiosa necesidad de que el Ejército filipino sea considerablemente reforzado en plazo perentorio. Y no faltan, hoy, por cierto, razones poderosas que abonen sobradamente nuestra campaña.
Reyna? ¿No hubiera bastado al Gobierno filipino haber dado la orden de atacar, para que nuestros ocho mil hombres hubieran entrado en lucha inmediata con las fuerzas de los Estados Unidos? ¿Se había de conspirar cuando se tenía el poder en las manos? ¿Y sobre todo, un telegrafista se había de meter en cosas de guerra, cuando existía un ejército que tenía aquel deber?
La navegación del estrecho de San Bernardino, constituye uno de los derroteros más bellos y variados que se conocen. Desde la bahía de Manila á las aguas del Pacífico, hay unas trescientas millas en las que se admiran toda la riqueza del suelo filipino.
Lo mismo que anteriormente, consideramos como un deber el sincerar al filipino del erróneo concepto en que se le tiene en nuestra patria, distanciando así dos pueblos íntimamente ligados por lazos que pueden llegar á ser indestructibles; también creemos que aquel país se encuentra muy próximo, á la resbaladiza pendiente que vendría á determinar graves conflictos, funestos para la gran patria que veneran todos los buenos españoles.
Palabra del Dia
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