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Actualizado: 30 de junio de 2025


El canton de Zug, dominado en sus primeros tiempos por señores feudales y luego por la casa de Austria, no entró á la Confederacion suiza hasta el año de 1622. Desde entónces ha sido fiel á sus compromisos de alianza primitiva, pero su papel es demasiado subalterno para llamar la atencion.

No hay en toda ella, ni en cuatro leguas a la redonda, una sola casa señorial; en otro tiempo, en épocas feudales, se alzó, fundado en peñasco vivo, un castillo roquero, hoy ruina comida por la hiedra y habitada por murciélagos y lagartos.

Hasta fines del siglo XII el país que hoy pertenece al Estado era un enjambre de dominios ó señoríos feudales, cuyos nobles propietarios vivian como bandidos, cometiendo depredaciones de todo género bajo la autoridad superior de las emperadores francos.

La Primada perdía muchos de sus derechos; los arrendatarios se hacían dueños valiéndose de los apuros del Estado; los pueblos se negaban a pagar sus servidumbres feudales, como si el hábito de defenderse y hacer la guerra les librase para siempre del vasallaje.

De ese modo, como dice un autor muy entendido en la materia, regían simultáneamente en la triple ciudad tres derechos: el canónico en la ciudad; el germánico en la villa noble; y el derecho popular ó revolucionario, preludio de la democracia, en los arrabales de la vecindad ó burgosía, organizados en numerosas cofradías, según las industrias, y regidos por las libertades conquistadas palmo á palmo en la lucha tenaz contra los señores feudales, y no pocas veces contra el alto clero tambien.

Aquellos muros carcomidos por el tiempo evocaron en nuestra mente todo el grandioso pasado de los caballerescos siglos feudales. La raza que habita San Jacinto, es la india pura; hablan el visaya y sus moradores poseen todos los rasgos que caracterizan aquella. Son afables, fuertes y de facciones bastante buenas.

Cuando llegábamos á bordo del vapor que nos condujo desde Alpenach eran las once de la mañana, y bajo un cielo lleno de esplendor brillaban bajo el rayo casi perpendicular del sol el lago y el rio, sus muelles y puentes, los grandes y bellos edificios modernos que dominan un ancho malecon en escuadra, los campanarios de la catedral y otras iglesias, y las numerosas torres feudales y bastiones de las murallas almenadas que rodean la ciudad.

Los parias trabajaban para los bramanes, los ilotas para los espartanos, los esclavos para los romanos, los siervos para los señores feudales. ¿Y hoy no sucede lo mismo? ¿Qué importa que en las leyes esté abolida la esclavitud? Los que trabajan en el fondo de esta mina y absorben el veneno que les mata, si no son esclavos por la ley lo son por el hambre. El resultado es idéntico.

En la chimenea ardían los bosques seculares de los dominios del Marqués; aquellas encinas feudales se carbonizaban con majestuosos chirridos.

Tengo también una pareja de cisnes, a los cuales sólo les falta el esquife de Lohengrin. ¡Qué fastuosos y qué infatuados son estos cisnes! Nadan entre los patos con el aire de dos señores feudales entre una plebeya y vil democracia. Doy también grandes paseos por el campo. Y me quedo horas muertas mirando los teros.

Palabra del Dia

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