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Una vez, en la feria, se encontraron en una platería improvisada, y la oyó hablar de diamantes, perlas y rubíes..... ¡Qué voz! ¡Cuán diferente de todas las humanas! Ni ¿de qué otra cosa podría hablar más que de joyas aquella inmortal princesa? Finalmente: una noche volvía la joven de casa de una parienta enferma, con uno de sus insolentes hermanos.

Huyó de aquellos sitios, dirigiéndose al final de la feria, donde estaban los restaurants al aire libre, las buñolerías apestando el ambiente con el aceite frito de sus fogones, y las rifas, cuyos dueños atraían con furiosos gritos a la gente, prometiendo una fortuna.

No pudiendo ponerse en duda la autenticidad de este instrumento, es preciso creer que la inscripcion que hoy se lée en la capilla de S. Pablo en dos lápidas modernas de jaspe azul á los lados del altar, y en que se dice que el maestre D. Pedro la edificó, está equivocada. Del año 1290. Fundada por D. Perez de Retes en el mismo año 1290. Sanchez Feria, m. s. citado. Hoy no existe.

Y no holgué yo menos de esta feria Salir, que me cabia mucha parte, Y así en el Concilio mi miseria Gasté con mi pequeña industria y arte: Por me en pobreza, y gran laceria, Mas nunca jamas pude yo olvidarte España, dulce amiga, cuyo hipo, Me trajo sin sosiego, y el Filipo.

Y así, en 1668, Agueda Rodríguez, vecina de Madridejos, también procesada por hechicería : «...Diablo Cojuelo, tráemele luego; diablo del pozo, tráemele, que no es casado; que es mozo; diablo de la Quintería, tráemele en la fería; diablo de la plaza, tráemele en danza....»

Un camino. A lo lejos, el verde y oloroso cementerio de una aldea. Es de noche, y la luna naciente brilla entre los cipreses. Don Juan Manuel Montenegro, que vuelve borracho de la feria, cruza por el camino, jinete en un potro que se muestra inquieto y no acostumbrado a la silla.

Se acabó la entrevista y desapareció el miedo... Deo gratias. En cuanto me desperté esta mañana me sentí la cabeza pesada, oprimido el corazón y contraído el estómago. Traté en vano de recobrar mi calma habitual... El pensamiento de pasar a mi vez por las exigencias de la feria del matrimonio me tenía un poco embobada.

Después viene el Tiempo, y anuncia una gran feria anual, á semejanza de las de Antuerpia y Medina, aunque celebrada en loor de la Santa Virgen. Un serafín llama á los pastores de almas y Papas ya muertos, para que compren nuevas vestiduras, les ofrece temor de Dios, vendido por libras, etc.

El joven elegante, admiración y orgullo de la mamá, olía a vino, y con palabrotas de las más soeces explicaba lo que acababa de ocurrirle. Nada; una cosa de poca importancia. Se había peleado con un amigo, dándose de bofetadas y palos en medio del puente del Real cuando iban a la feria a última hora.

De las puertas interiores de la ciudad que dividian la Almedina y la Ajarquía señala tres Ambrosio de Morales, además de la del Sol y de la del Rincon: el portillo de la calle de la Feria, el de la Fuenseca, y la puerta del Hierro. La puerta del Hierro se designa en la donacion de S. Fernando á los religiosos de Sto.