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Actualizado: 29 de junio de 2025
Desesperada Felícitas al ver tan asquerosos horrores, y al oír la cínica apología con que su marido trata de justificar y hasta de glorificar su conducta, acaba por perder la razón, y en un arrebato, inconsciente sin duda, se arroja por un balcón de su casa y muere.
Recordó el caso triste que diera origen a la capilla de Santa Felicitas y todo un profundo pasado parecía asomarse desde la región del olvido, varias generaciones cuyos individuos se habían ido extinguiendo, con las ideas, los sentimientos y las costumbres sencillas de una época muerta; salones radiantes, grandes espejos de consolas doradas, furtivos mensajes de amor jamás develados, música de serenatas despertando la calle en el patriarcal silencio del barrio dormido.
Pocos caudales, eso sí, por parte de estos últimos principalmente, es decir, por la de mi abuela paterna, que sólo aportó al matrimonio unas gargantillas y unas arracadas de coral, dos relicarios de plata con una astilla de la Vera-Cruz, y un hueso de Santa Felícitas, respectivamente; tres mudas de ropa blanca, dos mantelerías de hilo casero, una cadena de oro cordobés, el vestido de gala con que se casó, y otro a medio uso para todos los días.
Sólo es impecable y moralmente bella, en el seno de tan abominable familia, la madre, Felícitas, llena de resignación y mansedumbre, desvelándose y trabajando para que los otros vivan y para que vivan sin deshonra ni vergüenza.
Moral y cristianamente hubiera sido mejor que Felícitas no se suicidase, que terminase su vida de otro modo; que, por ejemplo, muriese de pena. Aquel suicidio, sin embargo, harto se ve que está motivado por la locura: por un frenético e irresistible arrebato que exime de toda responsabilidad a Felícitas.
Felícitas tiene cortos alcances intelectuales, pero su humildad, su modestia y su rectitud severa, libre de jactancia y templada por la dulzura, la van elevando cada vez más en nuestro concepto, según va progresando la narración. Alejandro abandona la casa paterna porque no puede sufrir a su padre, a quien colma de denuestos.
Palabra del Dia
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