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Actualizado: 6 de julio de 2025
Más peligroso que aquellos alegres campesinos demostró ser un macilento pordiosero que le salió al encuentro poco después, supliendo con una muleta la pierna que le faltaba.
Pero como faltaba ya la razon, y empezaban á descubrir su mala intencion, lejos de producir los buenos efectos que se prometia de esta sumisa oferta, solo sirvió para que se insolentasen mas.
Yo no sirvo para estas cosas clamó Salomé volviendo el rostro. No puedo, no puedo oír esto. ¿Que usted no ha permitido...? ¿Todavía tiene atrevimiento para negarlo? Yo ... yo no niego contestó la huérfana muy consternada. Pero yo, ¿qué culpa tengo de que ese hombre...? ¿También le quiere usted disculpar á él? Esto nos faltaba que ver.
Hacía dos horas que caminaban de tal manera; el sol frío del invierno se hundía en el horizonte, y la noche, una noche clara y tranquila, se aproximaba. Solamente les faltaba bajar y subir la ladera opuesta del solitario desfiladero del Riel, que formaba una gran hoya redonda en medio del bosque, en el fondo de la cual se aparece una laguna de azuladas aguas que sirve de abrevadero a los corzos.
Y Vivaldo, que era persona muy discreta y de alegre condición, por pasar sin pesadumbre el poco camino que decían que les faltaba, al llegar a la sierra del entierro, quiso darle ocasión a que pasase más adelante con sus disparates.
Preguntó nuestro capitan al cacique, ¿cuanto nos faltaba para llegar á las Amazonas? y respondió, que un mes: pero que la provincia estaba inundada, como ya habiamos experimentado.
Sentado en una piedra solitaria, á despecho mio, me acude la idea de Andalucía, la idea del país en donde he nacido y me he criado. Hace veintidos años que dejé la casa paterna; volví á los nueve con el deseo de abrazar á mi madre; pero no pude verla; no estaba en el mundo; habia muerto. Á la hora de morir, cinco hijos rodeaban su lecho, uno faltaba.
El Bajá tuvo nueva aquella mañana, de un italiano que se huyó, cómo D. Alvaro estaba en las galeras, y mandó volver dos piezas de artillería que les tirasen. Primero había sabido que faltaba D. Alvaro del fuerte, del Sargento mayor Moroto, que era de los que iban con él á las galeras. Acertáronle á prender.
Parecía que en su naturaleza la profundidad se hermanaba con la variedad; pero, á no ser que los temores de Ester la engañasen, diríamos que le faltaba la facultad de adaptarse al mundo en que había nacido. La niña no podía someterse á reglas fijas.
Todo sinceridad y franqueza, no se le conocía vicio ni repliegue que tratase de ocultar a sus vecinos; aunque no faltaba mala lengua que asegurase que el tal hidalgo menudeaba demasiado las visitas a cierta cuba de lo añejo que conservaba en la bodega; pero lo cierto es que nadie pudo probarlo..., no el vino, sino el hecho. Sus verdaderas aficiones, bien notorias, eran la carpintería y la caza.
Palabra del Dia
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