Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de junio de 2025


Aquellas gentes vivían al otro lado del Falkenstein y debajo de la roca que servía de asiento a un antiguo burg en ruinas; allí se habían construido una especie de cubil bastante cómodo, el cual no tenía mas que la puerta de entrada y dos ventanillos, pero que, según ciertos rumores, se hallaba en comunicación con unos subterráneos por cierta hendedura; nunca los carabineros habían podido descubrirla, a pesar de los numerosos registros que habían hecho con tal fin.

Que Materne, el padre; Labarbe, de Dagsburg; Jerónimo, de San Quirino; Marcos Divès, Piorette el ségare y Catalina Lefèvre entren en la fábrica. Vamos a deliberar. Dentro de un cuarto de hora o de veinte minutos daré las órdenes. Mientras tanto, cada aldea designará dos hombres para que vayan con Marcos Divès a buscar pólvora y balas al Falkenstein.

Al cabo de cinco o seis días todos estuvieron restablecidos. El capitán Vidal, de Falsburgo, había dejado veinticinco hombres en el Falkenstein para custodiar las municiones; entre ellos estaba Gaspar Lefèvre, y el muchacho bajaba todas las mañanas a la aldea. Los aliados se habían trasladado a la Lorena; en Alsacia no se les veía mas que alrededor de las plazas fuertes.

Por mi parte, me quedé sólo con cincuenta para ocupar el Falkenstein. Hemos pasado por delante de las narices de los alemanes, que querían cortarnos la retirada. Afortunadamente, la noche estaba obscura; de lo contrario, no se hubiera salvado uno solo de nosotros. Esta es la situación en que nos hallamos; ¡todo se ha perdido!

Para más de quince días contestó la buena mujer. ¡Para ocho días! exclamó el contrabandista, vaciando de cenizas la pipa golpeándola contra la uña. Esa es la verdad dijo Hullin . Marcos Divès y yo creíamos que el enemigo atacaría el Falkenstein; pero nunca pudimos pensar que lo bloquearía como una plaza fuerte. ¡Nos hemos equivocado!

Aquel día llegaron los antiguos combatientes del Falkenstein y del Donon, y la casa los recibió con puertas y ventanas abiertas de par en par.

Como usted quiera, mi pobre Duchêne respondió Catalina enternecida ; aquí tiene las llaves de la casa. Y el pobre anciano fue a sentarse al fondo del hogar, en un escabel, con los ojos fijos y la boca entreabierta, como perdido en un largo y doloroso desvarío. Emprendiose la marcha hacia el Falkenstein. Marcos Divès, a caballo, empuñando su largo espadón, constituía la retaguardia.

Parece dijo el doctor que hemos vuelto al tiempo de los triboques. Estas paredes tienen más de mil años. ¡Y ha debido correr una buena cantidad de agua desde las alturas del Falkenstein y del Grosmann al Sarre y al Rin desde que no se ha encendido fuego en esta torre!

De vez en cuando, el grito del serrano que llama, ese grito prolongado que va de una cumbre a otra, «¡Eh!, ¡oh!, ¡eh!», se elevaba hasta el Falkenstein como un suspiro. Es Marcos decía Hullin ; es la voz de Marcos. , es Marcos, que nos recomienda que tengamos valor añadía Jerónimo.

A la izquierda, en una elevada montaña, se alzan las ruinas del antiguo castillo de Falkenstein, destruido, hace doscientos años, por los suecos. Del castillo no queda mas que un montón de escombros erizado de zarzas; un antiguo camino de schlitte , de escalones desgastados, asciende entre los abetos.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando