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Actualizado: 5 de julio de 2025
Y como resultado de esta desigualdad en el trabajo, las mujeres parecen las hijas de sus esposos, y éstos mueren, generalmente, mucho antes que ellas. Yo no sé verdaderamente quién murió antes, si Eva ó Adán continuó el viejo ; pero apostaría, sin miedo á perder, que fué el pobre Adán.
Dile también continuaba Eva que ahora trabajamos y sufrimos mucho. Dile que deseamos verle, una vez solamente, para presentarle nuestras excusas. Mi marido y yo necesitamos convencernos de que
Por lo demás, querido Andrés, te confieso que trae muchas ventajas el no hablar, y no quiero citarte para convencerte, entre otros ejemplos, sino el pícaro resultado y la larga cola, que más bien parece maza que cola, que nos han traído aquellas palabras que se hablaron en los principios del mundo, esto es, las que dijo a Eva la serpiente acerca del asunto de la manzana: trance primero en que empezó ya a hacer la lengua de las suyas, y a dar a conocer para qué había de servir en el mundo.
Ven aquí, vida mía suplicaba Eva . Hazme el favor de divertir á tus hermanos con uno de tus discursos. Y el niño, empujado por su propia elocuencia, hablaba horas y horas, sin saber ciertamente lo que decía, dando tiempo á la madre para terminar su obra. Tú serás el rey de la tierra declaró el Todopoderoso ; tú serás el Orador, y con eso queda dicho todo.
Eva estaba caída entre los árboles, con sus ropas en desorden, y Adán sobre ella, con un gesto de locura sexual, la cogía los brazos para dominarla, y pegaba la boca a su pecho con tal avidez, que lo mismo podía besar que morder. El Tato sentíase orgulloso ante la sorpresa de su tío. ¡Eh!, ¿qué tal? Eso lo he descubierto rodando por la iglesia.
Si la duda trataba de insinuarse en su corazón, Eva no tenía más que cerrar los ojos para volver a ver a aquel varonil semblante ansiosamente inclinado hacia ella y para oír el eco todavía vibrante de aquel apasionado: «¡Eva, mi querida Eva!» que hacía estremecerse deliciosamente todo su ser. ¿Era, pues, su voluntad más fuerte que su amor?
En aquel aislamiento original y terrible, sin duda había caído sobre ella la maldición que atrajo Eva en castigo del primer pecado. Tal vez formaba parte de la expiación de sus faltas, que en el momento en que más falta le hacía la ternura intuitiva y los cuidados de su sexo, sólo se encontrara con las caras indiferentes de hombres egoístas.
Las circunstancias poco ordinarias en que Carlos y Eva se habían conocido en África, eran de esas que crean en una semana una intimidad de veinte años. Ya, hacía algún tiempo, habían balsado juntos en un baile del gobernador; pero en el mundo oficial y en la trivialidad de las frases de salón, «se habían cruzado sin verse», según el refrán melancólico, secreto de tantos destinos fracasados.
Dándose cuenta de que el Señor la observaba, Eva fué adoptando las actitudes que consideró más interesantes, esforzándose por hacer valer con ellas las gracias de su cuerpo y la elegancia de sus adornos. Al mismo tiempo sonreía, segura de sí misma.
Fortunato no daba la victoria por un ochavo menos. Adán y Eva no estuvieron más solos en el paraíso cuando se concertaron para aquella jugarreta cuyas consecuencias, sin comerlo ni beberlo, está pagando la prole, y siglos van y siglos vienen sin que la deuda se finiquite.
Palabra del Dia
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