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Este Autor es aquel que estudian muchos que no profesan la Medicina, para hablar de ella en sus discursos, y mostrar que la entienden radicalmente; y á la verdad hallan en él un fondo inagotable de noticias para embelesar á los que se contentan de la abundancia de la imaginacion; pero nunca agradarán á los que solo se gobiernan por el juicio.

Más tarde, cuando Roma empuña el cetro de la literatura, sus poetas más insignes no se desdeñan de llamarse discípulos de los griegos, los estudian con veneración y los imitan con complacencia. Nada han desmerecido por eso á los ojos de la posteridad. La Eneida es una imitación de la Odisea, y sin embargo hace veinte siglos que embelesa al mundo.

Y ahora considere que en esta capital, a la clase tártara y conquistadora que la posee, obedecen trescientos millones de hombres, una raza audaz, laboriosa, sufrida, política, invasora. Estudian nuestras ciencias... ¿Una copita de Medoc, Teodoro?... ¡Tienen una marina formidable!

Con todo, este es el siglo de los Diccionarios, y muchos de los que hoy se llaman sabios no estudian otra cosa que lo que leen en los innumerables Diccionarios, de que estamos inundados. La mejor parte de tales libros, aunque son de la moda, se escriben sin exâctitud, y todos sin los principios fundamentales de lo que tratan.

El mismo resultado tuvieron las voces de «Señor Sagrario, señor Sagrario... haga el favor de venir». D. José se asomó a la puerta, echando a la pareja una mirada de maestro de escuela que inspecciona el aula en que estudian sus alumnos, y vuelta a pasearse sin hacer caso de nada. Rubín acercó más la silla, y Fortunata tuvo más miedo: «Pero todo aquello de la liberación y del Mesías voló.

Su mirada escudriñó los rincones de la Iglesia para ver si, conforme le habían anunciado, algún libre-pensadorzuelo de Vetusta, de esos que estudian en Madrid y vuelven podridos, estaba oyéndole.

En aquellas estátuas hay ese viso de ingenuidad, de candidez, de fervor é inocencia que encontramos en el Evangelio, en ese libro que tantos cristianos ignoran, que tan pocos cristianos leen, que tan pocos cristianos estudian, que tan pocos cristianos entienden; sobre todo, que tan pocos cristianos practican.

No digo por eso, que todo se haya de demostrar en lo Moral, porque los adherentes que se mezclan con los asuntos principales, nuestra flaqueza, ignorancia, y descuidos hacen, que no siempre podamos llegar á ver con toda evidencia la conformidad de nuestras resoluciones con las verdades fundamentales; pero estoy cierto, que si se estudian los verdaderos principios del Moral, y se trabaja en hacer la debida aplicacion de ellos al exercicio de nuestras operaciones, se procederá con mas acierto en materia de costumbres, y se podrán quitar de este estudio un copiosísimo número de opiniones ruidosas.

Durante largos años la ciencia había reído del pulpo gigantesco y de la serpiente de mar, otra bestia prehistórica entrevista muchas veces. Eran invenciones de los navegantes de imaginación: cuentos de proa para pasar las guardias nocturnas. Los sabios sólo pueden creer en lo que estudian directamente y catalogan á continuación en sus museos...

Dígolo a tanto de que pudiera ocurrir con algunos economistas lo que con ciertos filólogos que estudian un idioma, pongo por caso, el chino o el árabe, tan por principios, con tal recondidez gramatical y tan profundamente, que luego nadie los entiende, ni ellos se entienden entre , ni logran entender a los verdaderos chinos y árabes de nacimiento, contra los cuales declaman, asegurando que son ignorantes del dialecto literario o del habla mandarina, y que no saben su propio idioma, sino de un modo vernáculo, rutinario y del todo ininteligible para los eruditos: pero lo cierto es que por más que se lamenten, quizás con razón, no sirven para dragomanes.