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Actualizado: 20 de noviembre de 2025


Era un hombre de buena edad, estampa agradable... y juez municipal de su pueblo: de aquél muy empingorotado en que había conocido yo a uno de mis consanguíneos de Promisiones, yendo con Neluco a la Torre de Provedaño.

¡Es mi marido! Carola, fingiendo tremenda ira, comenzó a gritar: ¿Marido? Embustera, vieja, estantigua, si lo que paece usted es la estampa de las cuarenta horas. Y vuelto el rostro hacia dentro, añadió: Quintinito, hijo, mono, sal y pega un empellón a esta fiera.

¿Qué hay? murmuré con voz desfallecida. Gloria está ya en su casa. Creí que me caía. Tardé algunos segundos en contestar. ¿Cómo? ¿En su casa? ¿Desde cuándo? En aquel instante, Joaquinita, ¡maldita sea su estampa!, se llegó a nosotros con sonrisa picante. Pero ¿qué tapujos traen ustedes? ¿Contra quién se conspira? Yo no pude reprimirme un gesto de impaciencia.

Después lección de solfeo. En seguida bordado. Por la tarde lección de dibujo... Y como mamá le apoyaba, no había más remedio que sufrirle... ¡Maldita sea su estampa!... ¿Quieres creer que ahora ha tenido la desvergüenza de hacer lo mismo? Verás .

Murió en el año de 1613, sin haber dado á la estampa sus tragedias, por cuya razón desapareció una de ellas, y cayeron las otras dos en olvido hasta hace poco, en que salieron de nuevo á luz .

¡Qué estampa de galán! con todos los vicios del catálogo... Entonces, ¿por qué le aceptas? Y a ¿qué más me da?

En el camino preguntó don Quijote al primo de qué género y calidad eran sus ejercicios, su profesión y estudios; a lo que él respondió que su profesión era ser humanista; sus ejercicios y estudios, componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república; que el uno se intitulaba el de las libreas, donde pinta setecientas y tres libreas, con sus colores, motes y cifras, de donde podían sacar y tomar las que quisiesen en tiempo de fiestas y regocijos los caballeros cortesanos, sin andarlas mendigando de nadie, ni lambicando, como dicen, el cerbelo, por sacarlas conformes a sus deseos e intenciones.

Sólo afirmo que debemos procurar que tal preferencia deje de ser, ya esmerándose todo autor de novelas en que sean buenas las que a la estampa, ya trabajando el crítico para que reconozca y confiese dicha bondad el vulgo de sus compatriotas.

¡Maldita sea mi estampa! dijo Bill, retirándose despechado. Rehecho de la primera impresión, el juez se adelantó y volvimos a enderezar aquel misterioso invertebrado en su posición primitiva.

El curioso DON JUAN DE OQUINA en prosa La puso, y dió á la estampa para gloria De nuestra edad, por esto venturosa. Ni en fabulosa, ó verdadera historia Se halla que otras fiestas hayan sido, Ni puedan ser mas dignas de memoria.

Palabra del Dia

vengado

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