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Acaso alguno de ellos, patriota generoso ó gran filántropo, veia al traves de las espirales de humo el Parlamento y la Flota de Alemania, como símbolos de unidad, ó contemplaba á la humanidad redimida y feliz.

Reflexionó mucho tiempo mientras fumaba un cigarro, y en las espirales de humo azulado que subían hasta el techo veía pasar vagamente las imágenes de Jacobo y de Lea, tan pronto lánguidas y cansadas, como activas y triunfantes, pero siempre juntas, unidas por el mismo deseo y ligadas por el mismo interés.

Ferragut no podía explicarse cómo la criatura-reptil de la arena, con una eterna perla verde colgando de sus narices, era aquella misma joven esbelta, de un moreno pálido de arroz, que ostentaba su abultada cabellera semejante á un casco de ébano, con dos pequeñas espirales ante las orejas.

Al ir hacia proa, vio apoyados en la barandilla a Ojeda y Mrs. Power, mirando el mar, con los codos y los flancos en apretado contacto. La brisa retorcía como espirales de fuego algunos rizos de la norteamericana que se escapaban de un sombrerillo de tela de oro.

Eran los principales caractéres de este nuevo estilo el arco de medio punto ó de plena cimbra, que acababa de reconquistar su absoluta preeminencia; los cinco órdenes antiguos, mas ó menos modificados en algunas molduras y en sus proporciones; los follages, los vástagos espirales, los grotescos con animales reales ó fantásticos, dispuestos á la manera de los arabescos antiguos, y aplicados á los entablamentos, á las pilastras, á los frisos, á los tableros; la mezcla de órdenes, sobrepuestos unos á otros, los revestidos de mármoles, los medallones, las columnas balaustradas, etc.

Inclinándonos sobre la corriente, donde la sombra de los árboles se retuerce en espirales y se desdobla en delicadas curvas, miramos al fondo con sus piedras que parecen estremecerse, su arena que bulle, y sus hierbas ondulantes.

Garabato introdujo entre los dedos del maestro pequeñas vedijas de algodón; luego cubrió las plantas y la parte superior de los pies con una planchuela de esta blanda envoltura, y tirando de las vendas comenzó a envolverlos en apretadas espirales, lo mismo que aparecen envueltas las antiguas momias.

Los rugidos mortales de las armas al estremecer el aire no dejaban en él ninguna huella óptica. No había otro humo que el de la explosión, las espirales negras que elevaban los grandes proyectiles al estallar en el suelo. Estas columnas surgían de todos lados.

Un olivo parecía un sapo enorme, encogido y en actitud de saltar, con un ramillete de hojas en la boca; otro, una boa informe de amontonados anillos, con un penacho de olivo en la cabeza; veíanse troncos abiertos como ojivas, al través de cuyos orificios lucía el cielo azul; serpientes monstruosas enrolladas en grupo como las espirales de una columna salomónica; gigantes negros, cabeza abajo, con las manos en el suelo, hundiendo los dedos de sus raíces y los pies en alto, de los que surgían varas llenas de hojas.

Silencio horrible por do quiera reina: Enmudeció el frenético alarido, Y solo se oye el fúnebre crujido Del lazo palpitante entre los dos; Mas derrepente resonó un gemido Dos espirales al formar el lazo, Y cada cual llevando su pedazo Envuelto en él al polvo descendió . Mi caballo era mi vida, Mi bien, mi único tesoro. Juan M. Gutierrez.