United States or South Sudan ? Vote for the TOP Country of the Week !


El señor Macey y algunos otros aldeanos privilegiados a quienes se permitía ser espectadores de esas grandes ocasiones, estaban ya sentados en bancos colocados con ese objeto cerca de la puerta.

Según se deduce de unos versos de Chaucer, no dejaba de ser importante el aparato escénico de los histriones de la Edad media, pues habla de la aparición y desaparición de leones, de barcos que nadan en el agua, de campos llenos de flores, y de castillos de piedra, con que solían sorprender á los espectadores .

Así como se hallaron sobre el entarimado y cerradas convenientemente las trampas, dieron comienzo, como es lógico, a una danza fantástica; pues bien sabido es de antiguo que no pueden estar juntos cuatro demonios sin entregarse con furor al baile. Los espectadores seguían con extremada curiosidad sus vivos y acompasados movimientos. Un chiquillo lloró. El público obligó a su madre a que lo sacase.

Pero con gran chasco y disgusto de los espectadores, este entretenimiento fué suspendido mediante la intervención del alguacil de la ciudad, que no quería permitir que la majestad de la ley se violase con semejante abuso de uno de sus lugares consagrados.

Ha llegado a la edad en que los hombres se retiran del sitio grande o pequeño que hayan ocupado, y se convierten en simples espectadores que observan con indiferencia la comedia que en el mundo se representa; entonces, son los libros su distracción, su recreo; constituyen, en fin, parte de su existencia. En los libros de historia se aprecia la vida real; en la novela el mundo imaginario.

El arte con que el poeta ha calculado sus efectos, es tan grande, que á veces los espectadores, sobre todo si los actores desempeñan bien su papel, participan también de las dudas del alcalde, á pesar de conocer la verdad desde el principio.

Al principio no vió nada; pero lentamente, empujado por la curiosidad de los que estaban detrás de él, fué abriéndose paso entre los cuerpos sudorosos y apretados, hasta verse en primera fila. Algunos espectadores estaban sentados en el suelo, con la mandíbula apoyada en ambas manos, la nariz sobre el borde de la mesilla y la vista fija en los jugadores, para no perder detalle del famoso suceso.

Seguramente es una fortuna para los hábiles artistas presentarse ante espectadores de sentidos tan delicados; se ve así puesto en la necesidad inevitable de emplear todas sus facultades, para llegar á la perfección, y á considerar los aplausos de un público tan distinguido como el premio justo debido á su mérito.

Los espectadores asisten después á la entrevista nocturna entre Laura y Don Félix, interrumpida por la llegada de Don Antonio, portador del encargo de su hermana.

Apenas le vieron los espectadores de la primera corrida pasar de muleta a un toro y entrar a matar, estalló el escándalo. ¡Les habían cambiado al «niño» de Sevilla! Aquel no era Gallardo: era otro. Encogía el brazo, volvía la cara, corría con una viveza de ardilla, poniéndose fuera del alcance del toro, sin serenidad para aguardarle a pie firme.