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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Igual movimiento por más días aún; se vive en la calle, en la parroquia privilegiada. Pocos días después, otra parroquia, otra fiesta en otro barrio. ¿Pero hasta cuándo fiestas? ¡Qué! ¿No se cansa este pueblo de espectáculos? ¿Qué entusiasmo es aquél, que no se resfría en un mes? ¿Por qué no hacen todas las parroquias su función a un tiempo?
CAPÍTULO VII. Decoraciones y tramoyas de los teatros españoles. Trajes. Aparato escénico en la representación de autos. Prohibición de espectáculos teatrales en 1598. Su derogación en 1600. Noticias particulares de los teatros de esta época.
Es la catedral de un pueblo para adorar á Dios, no el santuario de un paganismo evangelizado. Como Dios es la suprema fuerza y el supremo espíritu, ningun objeto lo representa allí, puesto que el hombre no puede concebir la forma de su Creador. Todo es sencillo, severo y solemne, sin ostentacion ni espectáculos.
Los autos de fe, seguidos de quemas de hombres, eran espectáculos fuertes que quitaban interés a unos juegos con simples animales montaraces. La Inquisición resultaba la gran fiesta nacional. Pero llegó un día siguió diciendo Ruiz con fina sonrisa en que la Inquisición comenzó a debilitarse. Todo se gasta en este mundo.
Por una parte aquel dolor de atrición, aquel miedo a no salvarse a pesar de ser tan bueno, de no haber hecho mal a nadie; por otro lado, el calor, aquel sudor continuo, aquellas noches sin dormir... la soledad de Vetusta... la yerba agostada del Paseo grande, la falta de espectáculos.... «Y además que nadie le comprendía.
Todo se arreglaría si los que tienen mucho dieran lo que les sobra a los que no poseen nada. ¿Pero qué cosa sobra?... Vaya usted a saber». Guillermina aseguraba que se necesita mucha fe para no acobardarse ante los espectáculos que la miseria ofrece. «Porque se encuentran almas buenas, sí decía ; pero también mucha ingratitud.
Aquella melancolía atacaba a la Tribuna desde que no alimentaba su viva imaginación con espectáculos políticos y desde que al bullicio de la Unión del Norte sucedió la habitual y uniforme vida obrera de antes, sin asomo de conspiración ni de otros romancescos incidentes. Por distraerse, habló más con Ana de amoríos y menos de política. Ana se prestaba gustosa a semejantes coloquios.
No tenía de la ciudad los monumentos, los espectáculos, la policía, la provisión de todo, la cultura, las comodidades; pero sí sus etiquetas, sus necesidades, sus estrecheces, su esclavitud, sus pestilencias.
Un día, don Marcelo pudo apreciar sin salir de París los horrores de la guerra. Tres mil fugitivos belgas estaban alojados provisionalmente en un circo, antes de ser distribuídos en provincias. Desnoyers entró en este local, que meses antes había visitado con su familia. Aún estaban en el vestíbulo los anuncios de los regocijados espectáculos que había presenciado.
Los toros deleitan a los extranjeros de gusto estragado o que se han empalagado de todos los goces de la vida, y que ansían por una emoción, como el agua que se hiela, por un sacudimiento que la avive; o a la generalidad de los españoles, hombres enérgicos y poco sentimentales, y que además se han acostumbrado desde la niñez a esta clase de espectáculos.
Palabra del Dia
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