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Actualizado: 16 de mayo de 2025
¿Quién habrá en esa habitación? me pregunto . ¿Será un enfermo que se revuelca sobre su lecho de dolor? ¿Será acaso un avaro contando su tesoro? ¿Será un veraneante en lucha con las famosas pulgas donostiarras? ¿Será, tal vez, un poeta que sacrifica su sueño para escribir, al dorso de una cuenta sin pagar, versos y más versos en honor de una amada que no existe? ¿Será una hermosa admirándose a sí misma ante el espejo, o será, quizá, una ex hermosa empastándose las arrugas y arrancándose las canas? ¿Serán unos recién casados? ¿Será un sabio? ¿Será un espía alemán...?
Y esta actividad general comprendía también á las mujeres, que dedicaban al servicio de la patria su labor en fábricas y hospitales ó su inteligencia más allá de las fronteras. Ferragut, sorprendido por esta revelación brutal, quedó silencioso, y al fin se atrevió á formular su pensamiento. Según eso, ¿tú eres una espía?... Ella acogió con desprecio la palabra.
-Lo que sé es -respondió el cautivo- que, al cabo de dos años que estuvo en Constantinopla, se huyó en traje de arnaúte con un griego espía, y no sé si vino en libertad, puesto que creo que sí, porque de allí a un año vi yo al griego en Constantinopla, y no le pude preguntar el suceso de aquel viaje.
Además, á él le debían el descubrimiento y el arresto de un espía importante. La mano, capitán acabó diciendo, mientras le tendía su diestra . Todo lo que hemos hablado queda entre los dos: es como una confesión. Yo me entenderé con el Consejo de guerra... Siga usted prestando sus servicios á nuestra causa. Y Ferragut no se vió inquietado más por el asunto de Marsella.
Se alejó con paso rápido, como de una bomba de dinamita, y poco después se detuvo y comenzó de nuevo a reflexionar. «Lo mejor sería escribirle a esa muchacha. Naturalmente, sin firmar. En esta forma, por ejemplo: «Señorita, un hombre a quien ha tomado usted por un espía...» Y seguir así, punto por punto. Sería tonta si no me creyese.»
No pudo guardar su cólera toda para él: tuvo que revelar su secreto. Es un espía... ¡un espía boche!
Vista la poca gente que había, se determinaron en la ida de los Gelves, de Cabo Palos; escribieron al Bajá del Caruán, y enviaron un moro á Trípol por espía para saber la gente que tenía Dragut dentro y ver si se fortificaba. Diéronle tres escudos, y no volvió con la respuesta. También asoldaron unos jeques de alarbes para que viniesen á servir en los Gelves.
Lo único que siento es que ese bribón haya cometido con usted ese terrible y ultrajante atentado. Pero ha sido una felicidad que la haya seguido, aun cuando creo que debo disculparme por haber asumido el carácter de espía. Me ha salvado la vida contestó en un murmullo, al estrecharme la mano con afecto como dándome las gracias.
Era una idea inspirada por el cielo gris de noviembre, por el suelo fangoso, por el hambre que le atormentaba. Inmediatamente comenzó a ponerla en práctica. Con un movimiento nada seductor bajó la cabeza, dio a su rostro una expresión desagradable y maliciosa, propia, a su juicio, de un espía, y lanzó una mirada severa y escrutadora a la muchacha.
Dio algunos pasos, volvió sobre ellos, miró la larga fila de ventanas iluminadas y continuó reflexionando: «Apuesto cualquier cosa a que creen que soy, en efecto, un espía. ¡Idiotas! Hay que decirles que yo he sido también estudiante y he llevado melena como ellos. Me corto el pelo ahora, porque empieza a caérseme; pero eso no prueba que yo sea espía.
Palabra del Dia
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