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Actualizado: 9 de octubre de 2025


¡Espera! ¡espera! exclama, abriendo los brazos; te pillaré de todos modos. Y, de un salto temerario, se lanza sobre la estrecha viga que atraviesa el río como un puente. ¡Juan!... ¡por el amor de Dios!... ¡Juan! El joven no oye. Debajo de él las aguas hierven en el abismo; se esfuerza por conservar el equilibrio; avanza, tiembla, vacila; da un paso, dos, tres, un salto atrevido... Ha pasado.

Si el dramático español encuentra en estos metros variados materiales que manejar en sus obras, en número superior al de todos los demás, también tropieza con el inconveniente de verse obligado á emplearlos con cierto orden y simetría, evitando la confusión y el desbarajuste, fácil si no se esmera en esta parte, y se esfuerza en armonizar el efecto musical con el dramático, de suerte que concuerden así el fondo como la forma.

El marqués jura lavar en sangre su afrenta, exhorta á su hermana á cuidar de la salud de su alma, é intenta también sacrificarla, cuando se muestra Imeneo, que estaba oculto; se descubre á mismo, y la clase á que pertenece, y se esfuerza en aplacar al marqués, pidiéndole la mano de Febea, que al fin consigue. La comedia acaba con un villancico, como casi todas las de Torres Naharro.

Los hombres y los pueblos trabajan, en sentir de Fouillée, bajo la inspiración de las ideas, como los irracionales bajo la inspiración de los instintos; y la sociedad que lucha y se esfuerza, a veces sin saberlo, por imponer una idea a la realidad, imita, según el mismo pensador, la obra instintiva del pájaro que, al construir el nido bajo el imperio de una imagen interna que le obsede, obedece a la vez a un recuerdo inconsciente del pasado y a un presentimiento misterioso del porvenir.

Pero a veces, cuando el preopinante esfuerza demasiado la argumentación, las copas o las tazas suelen rodar por el suelo y quebrarse. Entonces es el preopinante quien se desconcierta y dirige con turbado semblante miradas tímidas hacia el mostrador. Adolfo Moreno gozaba incomparablemente en estas discusiones que le permitían lucir sus conocimientos en las ciencias naturales.

Consideraba a su hija como el ave a su polluelo, cuando se esfuerza a salir del nido, al cual no ha de volver jamás. El buen padre lloraba hacia dentro, si es lícito decirlo así. Al día siguiente, llegaron los caballos, los criados y las acémilas que el duque había mandado venir para su partida. Los gritos, los votos y los preparativos del viaje resonaban en todos los ángulos del convento.

16 La ley y los profetas hasta Juan; desde entonces el Reino de Dios es anunciado, y quienquiera se esfuerza a entrar en él. 17 Pero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse una tilde de la ley. 18 Cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.

Como el alboroto, que promueven, va creciendo por momentos, acude un vecino á averiguar la causa, y sabe que se trata del precio, á que se han de vender ciertas aceitunas, que no existirán hasta que transcurran muchos años, y se esfuerza en apaciguar tan ridícula disputa. Otro paso refiere una graciosa astucia de dos rateros.

El noble mancebo es al fin inmolado; pero convencidos los sitiadores de que el gobernador de la plaza no ha de ceder ya, se alejan de los muros de Tarifa. A la escena del sacrificio del joven Guzmán sigue otra, no inferior en belleza. El padre del muerto se esfuerza en demostrar su firmeza, é intenta ocultar á su esposa lo sucedido.

Muchas veces los sentidos no le dicen nada de lo que él pretende; pero le ofrecen algo de semejante: «esto es, exclama alborozado, hélo aquí, es lo mismo que yo sospechaba;» y cuando se levanta en su espíritu alguna duda, procura sofocarla, achácala á poca fe en su incontrastable doctrina, se esfuerza en satisfacerse á mismo, cerrando los ojos á la luz para poder engañar á los otros sin verse precisado á mentir.

Palabra del Dia

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