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Actualizado: 24 de junio de 2025


Pero acordándose de lo que debía a su esposa, de lo que se debía a mismo, de lo que debía a sus años, y de otra porción de deudas, y sobre todo, por fatalidad de su destino que nunca le había permitido llevar a término natural cierta clase de empresas, era lo cierto que había retrocedido en aquel camino de perdición desde el día en que una tentativa de seducción se le frustó, por fingido pudor de la criada. «No había, en suma, llegado a ser dueño de los encantos de su doncella, pero en aquellos primeros y últimos escarceos amorosos había podido adquirir la convicción de que la Regenta le había regalado a Petra unas ligas que el amante esposo le había regalado a ella».

Me alegré de ver a Pepita tan gallarda a caballo; pero desde luego presentí y empezó a mortificarme el desairado papel que me tocaba hacer al lado de la robusta tía doña Casilda y del padre vicario, yendo nosotros a retaguardia, pacíficos y serenos como en coche, mientras que la lucida cabalgata caracolearía, correría, trotaría y haría mil evoluciones y escarceos.

Ya sabía yo dijo el soldado que la acometida alegre del perro no pudiera ser sino por la llegada de la hermosísima María; él paga con sus fiestas y escarceos sus obligaciones de agradecimiento, así como yo las guardo en lo más íntimo del corazón, para manifestarlas en tiempo que puedan ser de algún útil.

He vuelto y no he vuelto.... Quiero decir... ha habido escarceos... explicaciones... treguas... promesas de respetar... lo que esa grandísima tunanta no quiere que le respeten... en suma: ella está picada porque yo prefiero la tranquilidad de mi hogar, la pureza de mi lecho, de mi tálamo... como si dijéramos, a la satisfacción de efímeros placeres.... ¿Me entiende usted?

Al Oeste y asombrándolo todo con sus moles, Peña Sagra y los Picos de Europa separados por el Deva, cuya profunda y maravillosa garganta se distinguía fácilmente en muchos de sus caprichosos escarceos entre los peñascos inaccesibles y fantásticos de una y otra ribera; y más allá del Deva, en sus valles bajos, según iba informándome don Sabas, con el laconismo y el modo con que señala el maestro de escuela con una caña en un cartel las sílabas a sus educandos, una buena parte de la provincia de Asturias.

Lo que resta de él se dedica a la poesía, a la comedia, a los escarceos teológicos. La ciencia es un camino que conduce a la hoguera.

La vida se desarrollaba vigorosa y activa en ellos y en los vecinos bosques. Insectos de brillantes colores zumbaban en torno de hojas y flores; juguetonas ardillas suspendían sus escarceos para mirar al insólito caminante desde lo alto de las ramas, y ya se oía el gruñido del fiero jabalí en el matorral, ya el roce de las hojas secas pisadas por el gamo, que huía á todo correr.

Palabra del Dia

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