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Actualizado: 26 de julio de 2025


A la hora en que míster Robert pasaba para el escritorio y desde esa hora en adelante, todos los días hábiles, es tal la afluencia de gente en la Bolsa, que diríase ermita de santo milagroso en día de romería.

El camino de la ermita es una llana y hermosa calle de árboles, con prolongados asientos, en que cabía toda la Comunidad. Al principio de este paseo hay un viejísimo ciprés, á cuyo pie, y recostado en su tronco, es fama estaba sentado Carlos V la primera vez que vió en Yuste á su hijo D. Juan de Austria, ya casi mozo, después de muchos años de separación.

En este valle hay diez casas, Y todas diez de pecheros, Que se juntan a esta ermita: No ha de ser ninguno dellos. Claro está que es el señor, Que la ha llevado a su pueblo; Que el no me dejar casar Es el indicio mas cierto. Pues ¡es verdad que hallaré Justicia fuera del cielo, Siendo un hombre poderoso Y el más rico deste reino! ¡Vive Dios que estoy por ir A morir, que no sospecho Que a otra cosa!

Estamos en el cocal de las Angustias y su propietaria es la imagen que se venera en la ermita de aquel nombre. ¡El cocal de las Angustias! Ese título dije, seguramente debe encerrar un misterio sintetizando alguna histórica leyenda del país.

Es verdad que hacía siglos no quedaba de la ermita más que un montoncillo de ruinas; pero se conservaba por tradición, así en Animalejos como en los pueblos inmediatos, la devoción al santo patrono de los labradores. Las ruinas de la ermita de San Isidro estaban en las afueras de Animalejos, en un cerrillo que dominaba toda la vega.

Al día siguiente al en que tuvimos la anterior conversación, caminaba con dirección á Cotta. Tan luego desmonté del caballo, al pié de la escalera, de la que llaman Casa Real, indagué del castellano que la habita, quién era y dónde vivía el matandá de la ermita, sabiendo por boca de aquel y con gran desconsuelo mío, que hacía más de un año había muerto.

-No lejos de aquí -respondió el primo- está una ermita, donde hace su habitación un ermitaño, que dicen ha sido soldado, y está en opinión de ser un buen cristiano, y muy discreto y caritativo además. Junto con la ermita tiene una pequeña casa, que él ha labrado a su costa; pero, con todo, aunque chica, es capaz de recibir huéspedes. ¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño? -preguntó Sancho.

Traga-santos ideó un medio muy eficaz de reemplazarla ventajosamente. Volvió Traga-santos á Animalejos con tan preciosa imagen, y una vez colocada en la ermita con gran solemnidad, se dedicó aquel piadoso y sencillo anciano á fomentar el culto y la devoción de San Isidro.

»Sin embargo, la considerable altura á que éste se encontraba, en la ladera misma de la sierra, y los augurios de algunas personas del inmediato pueblo de Quacos, hicieron pronto temer á los ermitaños que les fuera imposible habitar la Ermita del Salvador en la estación de las nieves y las aguas.

»Sin duda alguna, á la celebridad de este acontecimiento y á la veneración en que los naturales de la Vera tenían la Ermita del Salvador, debióse que por entonces resolvieran trasladarse á ella y establecerse allí dos santos anacoretas que moraban hacía tiempo en la ermita de San Cristóbal de Palencia.

Palabra del Dia

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