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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Cada dos hombres tenían ante sí una mesa o tablero, y mientras el uno, saltando con rapidez, subía y bajaba la cuchilla picando la hoja, el otro, con los brazos enterrados en el tabaco, lo revolvía para que el ya picado fuese deslizándose y quedase sólo en la mesa el entero, operación que requería gran agilidad y tino, porque era fácil que al caer la cuchilla segase los dedos o la mano que encontrara a su alcance.
2 y los esparcirán al sol, y a la luna, y a todo el ejército del cielo, a quien amaron, y a quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, y a quienes preguntaron, y a quienes se encorvaron. No serán recogidos, ni enterrados; serán por muladar sobre la faz de la tierra.
Era el olfato su principal sentido, así como la vista es el del pájaro. En el mundo crepuscular del Océano, cortado por resplandores fosfóricos y engañosos, los grandes pescados sólo fiaban en su olfato y á veces en el tacto. Algunos, enterrados en el fango, ascendían centenares de metros, atraídos por el olor de los peces que nadan en la superficie.
Las estrellas son las miradas de los que se han ido al cielo. Entonces las flores.... Son las miradas de los que se han muerto y no han ido todavía al cielo afirmó la Nela, con la convicción y el aplomo de un doctor . Los muertos son enterrados en la tierra. Como allá abajo no pueden estar sin echar una miradilla a la tierra, echan de sí una cosa que sube en forma y manera de flor.
Gozaba el padre Carapulcra de la reputación de hombre de agudísimo ingenio, y a él se atribuyen muchos refranes populares y dichos picantes. Aunque los hermanos hospitalarios tenían hecho voto de pobreza, nuestro lego no era tan calvo que no tuviera enterrados, en un rincón de su celda, cinco mil pesos en onzas de oro.
Formó allí una banda de facinerosos, para la cual quiso el Demonio señalarme, y salíamos a descubrir enterrados, que llaman, y huacas antiguas, y minas ocultas; y todo lo alcanzábamos a fuerza de cuerda y de hierro. Prendíamos a los caciques y les dábamos tormento, e si no querían declarar, nos íbamos sobre sus chozas y nos hartábamos de sangre. ¡Ah!, no hubo saña como la nuestra.
Aquí fueron enterrados los seiscientos hombres de la fragata Ligera, en el lugar mismo en que se perdió hace diez años... ¡Pobre gente! No son muy visitados y menos mal que llegamos nosotros para decirles buenos días, puesto que ya estamos en él... Con mucho gusto por mi parte, patrón.
Inspector Pue, ocurrido hacía unos ochenta años; y que también en un periódico de nuestros días había visto el relato de la extracción de sus restos mientras se restauraba la Iglesia de San Pedro, en cuyo pequeño cementerio estaban enterrados. Por más señas que sólo hallaron un esqueleto incompleto y una enorme peluca bien conservada.
Eran tal vez inglesas ó norteamericanas, de las que rinden un culto romántico á la memoria de María Antonieta. Deseaban visitar la Capilla Expiatoria, antigua tumba de la reina ejecutada. Julio las vió cómo subían los peldaños atravesando el patio interior, en cuyo suelo están enterrados ochocientos suizos muertos en la jornada del 10 de Agosto, con otras víctimas de la cólera revolucionaria.
Pero á esta amenaza resulta otro nuevo peligro, porque á ella responden los indios que si les envían otros Curas que no los conocen ni acaso saben su idioma, los recibirán con flechas como inútiles para su pasto espiritual, y que llegando el caso de querer salir los Padres, sólo lo conseguirán después de dejarlos enterrados, porque antes no lo permitirán, aunque quisieran, y primero les quitarán la vida que darles libertad para la fuga.
Palabra del Dia
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