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Actualizado: 19 de julio de 2025


Simoun se sonrió tristemente. , , dijo sacudiendo la cabeza, mas, para que llegue ese estado es menester que no haya pueblos tiranos ni pueblos esclavos, es menester que el nombre sea á donde vaya libre, sepa respetar en el derecho de cualquiera el de su propia individualidad, y para esto hay que verter primero mucha sangre, se impone la lucha como necesaria... Para vencer al antiguo fanatismo que oprimía las conciencias fué menester que muchos pereciesen en las hogueras para que, horrorizada la conciencia social, declarase libre á la conciencia individual. ¡Es menester tambien que todos respondan á la pregunta que cada día les dirige la patria cuando les tiende las manos encadenadas!

Despues que han conocido los hombres de buen juicio, que la Filosofía Cartesiana era por la mayor parte un cúmulo de ficciones bien encadenadas, la han abandonado, quedándoles pegada alguna cosa, como sucede siempre que se han preocupado los entendimientos, pues cuesta mucho desarraigar de todo punto lo que estuvo internado en la mente.

eres la imágen de nuestra vida, Cuando con giros precipitados Por tus cadenas aprisionados A tus cautivos miras correr. Así del hombre giran las horas Encadenadas por el destino, Y en torno suyo cual torbellino Pasan.... mas nunca se ven volver! Cada giro presenta un aspecto Como faro que brilla y se eclípsa: Ya es un rostro con grata sonrisa, Ya una frente que anubla el dolor.

Pero si se trata de la vision, ó sea el fenómeno externo, en vano nos esforzaremos en hacer semejantes maniobras: cada cosa está en su lugar, ó á lo menos así lo parece: y las sensaciones están encadenadas entre con eslabones de hierro. La una viene despues de la otra, y nos es imposible salvar las intermedias.

Los endecasílabos con rimas encadenadas, forma singular y poco común, cuya estructura es fácil de entender por el ejemplo siguiente: «Saben los cielos, mi Leonora hermosa, Si desde que mi esposa te nombraron Y de los dos enlazaron una vida, Por bella divertida en otra parte, Quisiera aposentarte de manera En ella, que no hubiera otra señora Que no siendo Leonora la ocupara

Forcé la puerta y vi al Rey en un rincón, impotente, debilitado por la enfermedad, moviendo de un lado a otro sus manos encadenadas, riéndose, medio loco. Dechard y el médico estaban en el centro del calabozo; el último se había abrazado al asesino con todas sus fuerzas, impidiéndole por el momento mover los brazos.

Por lo pronto, repara bien lo que yo vaya jaciendo, y ten la caridad de ayudarme cuando te lo pida. Dicho lo cual, se dirigió a la alacena que estaba cerca de la ventana y en la misma pared, y la abrió con una de las llaves encadenadas en un llavero que sacó, pujando mucho, de un bolsillo interior de su chaleco. La alacena era de poco fondo, y no tenía más que una balda a la mitad de su altura.

Palabra del Dia

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