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Actualizado: 10 de julio de 2025


Estos artistas de verso también paran a veces en la cárcel, según el gobierno que rige los destinos de la Nación. Suele tener la culpa el empresario que no paga y además insulta el hambre de los actores.

Todos le miraron entonces. Hablaba en broma seguramente, y, sin embargo, su gesto y el tono de su voz eran serios, como imponentes. Minghetti, inclinándose cómicamente, exclamó: Quien manda, manda.... Obediencia al tirano... al futuro empresario forse....

Son proposiciones que le hace un empresario amigo mío. Vaya usted tranquilo. A las diez salía el tren, y aunque la estación distaba poco de la fonda, a las nueve andaba ya don Juan paseando su impaciencia por el andén, tan contrariado y en tal estado de ánimo, que si en aquellos momentos hubiese aparecido ella, se la lleva consigo.

Cuando el empresario, descontento de él, quería castigarle, abría la puerta a la pillería que vagaba por los alrededores de la plaza, y el pobre hombre desesperábase y prometía enmienda, para que esta irrupción de extraños no se encargase de su trabajo.

Ultramarinos. De corredor pasó entonces a empresario de maragatos; comproles sus artículos en grueso y los vendió en detalle; y a él forzosamente hubo de acudir quien en Madrid quería aromático chocolate molido a brazo, o esponjosas mantecadas de las que sólo las astorganas saben confeccionar en su debido punto.

El referido empresario venía a su lado, sosteniéndolo a cada vaivén, interponiéndose entre su armonioso cuerpo y el agua imprudente que penetraba sin reparo, mensajera del resfrío. ¡Cuál no sería mi sorpresa al reconocer en el melodioso artista, que se dejaba cuidar con un aplomo regio, a nuestro antiguo conocido el tenor Abrugnedo!

El empresario recibió muchas obras, donde se adjudicaban a la nueva artista papeles que requerían poquísima ropa, con lo cual la pobre muchacha se persuadió de que no eran su voz y su talento los que la iban sacando a flote, sino su belleza. Esta fue su primera desilusión.

Terminados todos estos perfiles, acoplados y unidos todos estos cabos sueltos, el empresario puede poner manos activas á su obra, en la seguridad de que su labor no será baldía. Los que creen á los actores gente díscola, interesada y de manejo difícil, se equivocan. El rasgo característico del comediante es la vanidad: este sentimiento constituye su acicate mejor, y en ocasiones, su mejor rendaje.

¿De dónde quieres que los saque?... gemía la infeliz Catalina. Ya no me quedan diez céntimos de lo último que cobré... Debo un mes de alquiler... Ayer pedí prestados quinientos francos a Blondeau el empresario, y ese gordo tacaño no me quiso prestar más que ciento cincuenta... ¡Alhajas no tengo, ni crédito, ni trabajo!... ¡Perdóname, Raguet, ten lástima de !... ¡Mientes! vociferó Raguet.

¿Qué le importaría a aquel buen señor, que apenas la conocía, que ella saliese a escena más o menos ligera de ropa? No tengo más remedio dijo que conformarme. No estoy, ni acaso llegue a verme nunca, en situación de imponerme a una empresa. Hasta que sea yo empresario; bien es verdad que entonces trabajará usted lo menos posible.

Palabra del Dia

buque

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