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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Segun nos refiere Zurita concurrieron todos los prelados y ricoshombres, y los embajadores de los reyes de Castilla, Navarra, Bohemia, Granada y Tremecen, y hubo tambien varios señores estrangeros en tan gran número, que se juzgó habia mas de 30,000 de acaballo.

En cuanto su marido recibió el acta de su elección, se lanzó a la calle y encargó a la modista tres vestidos de lo mejor, y uno de media cola... Iría al Congreso, a las tribunas de preferencia, muy a menudo; a palacio alguna vez; daría rumbosas fiestas a los hombres de Estado; obsequiarían a su hija ministros y embajadores...; ¡quizás obtendría un título de Castilla!...

La espada que los embajadores dejaron á la ciudad se ha perdido, pero la carta existe, habiendo en 1882 testificado de su autenticidad, los japoneses que en aquél año visitaron nuestra ciudad, y posteriormente, en 1901, un catedrático de la Universidad de Yedo.

13 Y el rey de los amonitas respondió a los embajadores de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; por tanto, devuélvela ahora en paz. 14 Y Jefté volvió a enviar otros embajadores al rey de los amonitas, 15 diciéndole: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón;

Vete, echa a correr, y no vuelvas hasta que yo te llame, que de esta suerte podrás correr sin parar. ¿Que no me llamarás, dices? replicó la mujer ; sería quizá demasiado favor, que harías a la que tantas veces ha sido llamada por los grandes, por los embajadores, ¡por la corte entera! ¿Sabes , rústico, ganso, zopenco, el dineral que se daba sólo por oírme?

Isidro descendió del cerro por los sembrados para no encontrarse con Zaratustra, pensando, mientras caminaba, en el medio de sacar unas pesetas más del famoso tesoro oculto en sus bolsillos. Bien entrado el otoño, Isidro y Feli fueron a vivir en las Cambroneras. Después de abandonar la casa del hermano Vicente, habitaron un cuarto interior en la calle de Embajadores.

16. Estaba tranquilo el Rio Uruguay, todas las cosas estaban en silencio de parte de los Españoles, y aquel grande aparato bélico se quedò en proyecto; ni el invierno que ya habia empezado, permitia otra cosa. De la junta reciente que se habia celebrado, salieron por embajadores á los de Yapeyú, de cada uno de los pueblos de la otra banda del Uruguay, y tambien á algunos mas remotos, los principales caciques: porque como corrió la fama que los ánimos de aquellos moradores estaban discordes, y que unos con los pròceres, se inclinaban con unánime sentir

Una de estas alcanzó a una mujer y la detuvo en su camino, obligándola a retirarse con la mano en un ojo. Muchos chiquillos se retiraron también berraqueando, porque el dolor les enfriaba los ánimos, dando al traste en un punto con todo su coraje. El barranco de Embajadores, que baja del Salitre, es hoy en su primera zona una calle decente.

¿Qué te parece si yo convirtiese mi «villa» en casa de huéspedes?... ¿Podrías ayudarme con algún dinero para renovar muebles y lo que hiciese falta?... Huéspedes de marca nada más: generales, embajadores retirados que vienen en busca de sol... El príncipe contestó con una carcajada. ¡Pero estás loca!... Te harían todos la corte. A las pocas semanas, tu establecimiento sería un infierno.

Para esto se nombraron tres embajadores, que fueron, García de Vergua, Perez de Arbe, Pedro Roldan, entrambos del consejo de los doce.

Palabra del Dia

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