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Actualizado: 29 de octubre de 2025


Don Eleazar se ha portado bien conmigo; me ha pagado religiosamente mis sueldos y ha tenido el buen gusto de no imponerme de sus negocios. ¿Y qué va usted a hacer? No lo , pero mañana lo sabré. Desde luego disponga usted de mi cuarto: ¡tenemos que separarnos!

En el orden interno del escritorio, don Eleazar era de una severidad que rayaba en crueldad; jamás una licencia, un respiro, un descanso para sus dependientes.

Don Eleazar era ante todo un especulador; en su casa de comercio no se compraba ni se vendía sino papeles de Bolsa. De cuando en cuando, para variar, solía comprar algún gran pleito, y con la paciencia y la tenacidad de un israelita perseguía su gestión por todas las instancias, hasta liquidar y desenredar la madeja litigiosa a fuerza de dinero y de procuradores traviesos y experimentados.

Pues, sepa usted, mocito, lo que no sabe me dijo; y tomándome confidencialmente del brazo, me llevó a su cuarto, me hizo sentar y me refirió lo siguiente, después de haber encendido un cigarro habano: Don Eleazar de la Cueva, como usted sabe, trae revuelta la Bolsa desde hace tres meses.

Entre una encrucijada de nichos y sepulcros, me topé de manos a boca con mi ex-patrón, don Eleazar de la Cueva, que también había ido al entierro de mi tía. ¡Señor don Eleazar! ¿Usted por aquí?

2 hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, 3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot, 4 hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, 5 hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote.

Así sucedía no pocas veces en épocas de agitaciones bursátiles, que detrás del corredor que partía a venderle sus títulos, salía por otra puerta un segundo con encargo de hacer el alza; y por la tarde, cuando uno y otro regresaban a dar cuenta de sus operaciones, don Eleazar tomaba la palabra y hablaba en el lenguaje y el acento de un varón santo y convencido: Así es, señor don Tomás, así es; ya que ellos lo han querido, bien empleado les esté. ¡Ya usted sabe, señor, que a no me gusta hacer mal a nadie!

18 Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido ayuntamiento de varón, os guardaréis vivas. 21 Y Eleazar el sacerdote dijo a los hombres de guerra que venían de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que el SE

Casi en el medio de la habitación, junto a un escritorio elevadísimo, donde don Anselmo acostumbraba a escribir bajo el dictado de don Eleazar, sentado sobre un esqueleto de silla, estaba éste, desayunándose, delante de una mesita muy poco más grande que el plato en que comía.

21 Y él estará delante de Eleazar el sacerdote, y a él preguntará por el juicio del Urim delante del SE

Palabra del Dia

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