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Actualizado: 7 de mayo de 2025
«Allá me decía , la llanura abierta, los campos amenos, el sol radiante, los frutos, las flores, la égloga, el idilio de la vida; aquí, la bravura salvaje, la lobreguez de los abismos, el silencio mortal de los páramos, la inclemencia de la soledad; allí, el hombre, rey y señor de la tierra fértil; aquí, siervo infeliz, sabandija miserable de sus riscos escarpados y de sus moles infecundas.» Y me sentí invadido de una profunda tristeza.
Egloga interlocutoria, graciosa y por gentil estilo nuevamente trovada por Diego de Avila, dirigida al mui ilustrísimo gran capitan, sin fecha ni lugar de impresion.» El canto de Caliope prueba que Cervantes conocía y apreciaba el mérito de Torres Naharro.
Y en la duda, abstenerse. Lo primero que había que hacer, era un cambio de costumbres en su casa: más disciplina, más hogar, menos égloga.
Aquí es donde Lope se alaba de haber escrito "mil y quinientas fábulas", "más de ciento en horas veinticuatro"; aquí donde se vanagloria de ser fundador del teatro y donde dice que repartidos los pliegos de su labor entre los días de su vida, sale a cinco pliegos su labor diaria. La Egloga quedó inédita hasta después de la muerte del poeta.
Entre los poetas del siglo XII, del Norte de Francia, se cita ya á Guillermo de Blois como á autor de una tragedia titulada Flaura y Marco, y de una comedia llamada Alda, en versos latinos . Por último, pertenece también al siglo XIII, ó lo más tarde al XIV, la graciosa égloga Robin et Marion, de Juan Bodel de Arras .
«¡In illo tempore!»... continuó... En aquel tiempo se promulgó un edicto mandando empadronar a todo el mundo. Cuando llegó a los pastores que estaban en vela, cuidando sus rebaños, don Cayetano recordó su grandísima afición a la égloga y se enterneció muy de veras. Más enternecida estaba la Regenta, que seguía en su libro la sencilla y sublime narración. «¡El Niño Dios! ¡El Niño Dios!
Soñar que el corazón es siempre joven y que esa juventud es una gloria, sin cuitas que en el vértigo nos roben lo más caro escondido en la memoria. Soñar así es soñar de color rosa; vivir así es vivir en pleno idilio; es tener en el alma, en vez de prosa, una égloga admirable de Virgilio...
Pedí licencia, busqué dos sábanas, pregoné la égloga, procuré una guitarra, convidé la huéspeda, y díjele á Solano que cobrara. Y al fin la casa llena, salgo á cantar el romance de afuera afuera, aparta aparta; acabada una copla, métome y quédase la gente suspensa; y empieza luego Solano una loa, y con ella enmendó la falta de la música.
V. La Egloga á la muerte de Doña Isabel de Urbina, por D. Pedro Medina de Medinilla, entre las poesías que siguen á La Filomena, y el verso citado antes, de la Egloga á Conde, cuyas palabras, hasta que en Alba fué mi noche obscura, se explican y completan mutuamente. Así se deduce de un soneto y de un epigrama latino, que se encuentran en Las Rimas, de Lope de Vega.
Lope mismo, en la Egloga a Claudio y en La Moza de cántaro dice haber escrito mil y quinientas comedias. Montalván hace subir este número a mil ochocientas y cuatrocientos autos. No pueden, ni mucho menos, admitirse cifras tan altas.
Palabra del Dia
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