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Actualizado: 15 de junio de 2025


Dejamos atrás tambien la confluencia de este con el Guadajoz, y despues de algunas revueltas llegamos á la villa de Almodóvar, en cuyo formidable castillo sufrieron rigores de injusta saña D.ª Juana de Lara y Haro, señora de Vizcaya, por órden de su cuñado el rey D. Pedro el Cruel, y el esforzado señor de Luque D. Egas Venegas, con sus hijos y un hermano, por disposicion del prepotente D. Alvaro de Luna, como pago de sus heróicas correrías en tierras de moros.

E magüer la perfición de esta mercancía reservó natura por altos fines a tiempos más cercanos a nosotros, non embargante casándose separadamente Egas e doña Aldonza difundieron prolíficamente su simiente necia e sandia hasta nuestros días, en que sus nietos andan en servicio de estos reinos por mar e por tierra. Es linaje eterno.

Enrique Egas, el hijo del famoso Anequin Egas, maestro flamenco de la catedral de Toledo, y Pedro de Ibarra, arquitecto de un obispo de Salamanca, daban muestras evidentes de conocer la arquitectura greco-romana en insignes obras anteriores á la primer construccion francesa del nuevo estilo , en las cuales se advertia ya el principio de la escuela que estaban llamados á desarrollar con tanta gloria Pedro de Machuca, Alonso de Covarrubias, Diego Siloe y otros igualmente españoles: «un no qué, dice oportunamente Llaguno, parecido á las pequeñas nubes que en dia claro suelen anunciar la mutacion del tiempo

Así cantaba Egas cuando se oyó caer una falleba, e otrosí, se oyó una voz que ceceaba desde rejas no muy altas, e luego dijo: "Ah del gentil hombre." Allegóse el amador, dándole órdenes antes a su atalaya, e ansí fablaba a su señora: Tan mal parado no parástedes cuando paréme a parar los parabienes que para...

Los cabildos catedrales se disputaban la posesion de los Egas, de los Hontañones, de los Badajoz, de los Alavas, de los Comptes: cuando no podian lograr los servicios esclusivos de estos hombres privilegiados, se contentaban con que revisasen y reconociesen sus fábricas, diesen trazas para mejorarlas, y dejasen en ellas cuál una torre, cuál un retablo, cuál una portada.

La preparación que como arabista tenía Estébanez Calderón, y su amor a Granada y a toda Andalucía, lleváronle a escribir novelas y cuentos cortos, con argumentos ya históricos, ya fantásticos; pero todos relacionados con el mundo musulmán. Entre los que publicamos, sólo en el cuento Don Egas el escudero imitación algo cómica de la lengua medioeval dejan de ser árabes sus personajes.

Ansí será, e la peña de Francia no me desampare en este oficio de atalaya de amores... Y fuese el escucha y prosiguió don Egas: ¡Oh, doña Aldonza!, círculo de mis ruedas, blanco de mi cuidado, e cuento de mis vueltas e revueltas, dejadme, amparadme de vuestra diestra.

Tres días de sol a sol, el pesaroso Egas quedó sin catar pan ni tragar agua, llorando con los ojos y cacheteándose con los puños por su flojera de nervios; al cuarto día tomó descanso, al quinto anaranjeó un gallo e jugó a las tablas, e de allí a otro día reía a la desesperada, e cuando le tocaban la retaguardia sólo respondía: "Más vale vergoña en cara que cuchillada."

Palabra del Dia

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