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Las mas veces se imposibilitan las empresas por las competencias de los que mandan, cuando no los gobierna algun príncipe grande, y poderoso, que puede reprimir las insolencias delos atrevidos, y ambiciosos y por mucha moderacion que haya en los principios de una empresa, despues de los malos, ó buenos sucesos, siempre se siguen ruines interpretaciones, de que toman mayor osadia los inquietos, y muchos buenos se ven obligados á defenderse, porque con esto se levantan tantas máquinas de recelos, envidias, y aborrecimientos, que parece imposible librarse; y así se ha de tener por cosa muy notable que durase ocho años esta empresa de los catalanes, y aragoneses libre de este daño.

Después de la escena violenta que dio por resultado la salida de Gloria de su casa, Suárez me dio la enhorabuena cordialmente y mostró interés porque aquel estado de cosas durase lo menos posible y viniese la boda cuanto más antes.

Pues, estando yo en tal estado, pasando la vida que digo, quiso mi mala fortuna, que de perseguirme no era satisfecha, que en aquella trabajada y vergonzosa vivienda no durase. Y fue, como el año en esta tierra fuese estéril de pan, acordaron el ayuntamiento que todos los pobres extranjeros se fuesen de la ciudad, con pregón que el que de allí adelante topasen, fuese punido con azotes.

Necesitaba celebrar á su modo la prosperidad del buque. Y de esta prosperidad, lo más interesante para él era poder abusar del aceite y de la caña, sin miedo á recriminaciones en el momento de las cuentas. ¡Cristo del Grao, que durase siempre la guerra!... El tercer viaje de la América del Sur á Europa vino á terminarlo el Mare nostrum en Nápoles, donde desembarcó trigo y cueros.

Fuera harto mejor mandar que no talasen los morales y olivos de que muchos pobres ciudadanos mesineses se mantenían, sin que cada día los teníamos en arma con las muertes y revueltas que á cada paso se hacían, por venir muchos foragidos del reino de Nápoles y Sicilia, con salvoconducto para servir lo que durase la jornada.

¡Cómo latía el corazón, en la esperanza de que fuera la moza de su simpatía la que le tocara a uno en aquel reparto de beldades, que duraría lo que durase la pieza! ¿Conmover al bastonero con una súplica? ¡Pero si eso era un sueño irrealizable!

Mas no estaba en mi dicha que me durase mucho aquel descanso, porque luego al tercer día me vino la terciana derecha. Y fué que veo a deshora al que me mataba de hambre sobre nuestro arcaz, volviendo y revolviendo, contando y tornando a contar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias, decía: "¡San Juan y ciégale!"

Miraba yo aquella traza tan leve y tan frágil, la seguía comparándola y distinguiéndola de las que nosotros dejábamos, calculaba cuánto era posible que durase.

En esta última había un esfuerzo doloroso, una frialdad abstracta, y en rigor algo enfermizo, una exaltación malsana; y en lo que estaba pasando ahora ella era pasiva, no había esfuerzo, no había frialdad, no había más que placer, salud, fuerza, nada de abstracción, nada de tener que figurarse algo ausente, delicia positiva, tangible, inmediata, dicha sin reserva, sin trascender a nada más que a la esperanza de que durase eternamente. «No, por allí no se iba a la locura».

Si no por las buenas, por las malas tendría que quedarse aquel día en la cama, y el siguiente, y el otro, y todo el tiempo que durase el temporal de nieve. Había que evitar a todo trance los enfriamientos... Después, ya se vería.