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Actualizado: 30 de junio de 2025


Hubo de escribirse, por tanto, según todas las probabilidades, después del 6 de noviembre de 1675, en cuyo día fué declarado el joven Rey mayor de edad. El segundo Scipión, y Duelos de amor y lealtad. Muchas alusiones de estas dos comedias á Carlos II, á quien se adula sobremanera, hacen pensar que hubieron de escribirse después del 6 de noviembre de 1675.

Almorzaron apresuradamente, y el coronel hizo varias indicaciones. Su sabiduría en materia de duelos, frondosa y de infinitos brazos como el árbol de la ciencia, tocaba con una de sus ramas á la cocina. Nada de carnes ni de vino; debía guardar sereno el pulso. En el último momento debía acordarse de aligerar su vejiga. ¡Terrible un balazo con derrame interior!... El pensaba en todo.

El fausto fué creciendo cada dia: el Gran Canal víóse henchido de magníficas góndolas, con incrustados de márfil, con estupendas molduras, con cortinajes y pabellones de damasco. Despertóse un sentimiento muy pronunciado de rivalidad que dió orígen á enemistades, duelos, y crecidísimos dispendios en las familias.

Ese joven y sus dos amigos conocen todo lo referente á la guerra, pero no tienen noción alguna de lo que son los duelos y de las armas que se usan en tales lances. Luego enumeró las condiciones. Distancia, quince metros; una bala cada uno, pero podrían apuntar y hacer fuego mientras él, que iba á ser el director del combate, contaba de uno á tres.

Conocía sus aventuras en Rusia, sus amores, sus duelos, su expulsión. ¡Un hombre interesante! ¡Un personaje byroniano!... Además, algo bárbaro con las mujeres. Ven á verme. Debemos ser amigos... Acuérdate que somos parientes. Lubimoff la examinó también, pero con cierta gravedad. Al llegar á París le habían hablado mucho de ella.

Maneja bien las armas y se bate a menudo, semejante en eso al temerón, pero siempre con fortuna y a primera sangre; sus duelos rematan en almuerzo, y son siempre por poca cosa.

Las aceras animadas van poblándose de seres que en las místicas edades esculpieron su vivir; a la luz de la leyenda pasan hombres y mujeres, con sus gozos y sus duelos, su llorar y su reir. Una dama que en el manto se arrebuja el lindo talle se ve entrar en una iglesia; y, al oirse la oración, un hidalgo que se para en la esquina de una calle y el chambergo se destoca con cristiana devoción.

Han de darse las gracias á Guillén de Castro por sus muchas y bellas obras dramáticas, é inculcarle, al mismo tiempo, que destierre de ellas los desafíos, y no trate del honor como de un asunto stricti juris, ni que cuando sus damas caen é intentan apoyarse en los que se hallan cerca, no sean motivo constante de duelos.

En Madrid había tenido algunos duelos y en Lancia dejó de efectuarse uno entre él y cierto jefe político que los progresistas mandaron a esta provincia, por la intercesión del obispo y cabildo catedral. Al llegar a los cuarenta años, poco más o menos, casó con una señora aristócrata también, que habitaba en Sarrió. Murió su esposa al año, a consecuencia del parto.

En general, esta clase de comedias se distinguen por su frialdad y por cierto cansancio, cuando se comparan con el fuego juvenil de las primeras y con el flamante vigor de las segundas, enumerándose, entre ellas, muchas composiciones mitológicas, destinadas á la celebración de fiestas ó á otras solemnidades análogas, como, por ejemplo, Duelos de amor y lealtad, El conde Lucanor, etc.

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