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Actualizado: 14 de junio de 2025
Era la más rica heredera de Villazón, y, tan abundante en bondad como en dineros, quiso dejarme en prenda de su cariño toda la fortuna que tenía. Doblemente rico, perdida la ilusión de la dulce vida quieta y santa que acaricié apenas, de nuevo me lancé a los placeres locos del mundo, lejos de mi solar.
Y porque por dicha carta se mandaba á dichos alcaldes que defendiesen á los judios de Córdoba y de todo su obispado en dicha merced, el cabildo espresaba que en obedecimiento de dicha carta habia mandado cesar en el cobro de los referidos 30 dineros hasta suplicar á S. M. sobre algunas condiciones contenidas en ella, á que no habia lugar en este obispado.
Vuesa merced, señor amo, me la haga de tomar este dinero y acudir a este negocio; y en tanto que esto se gasta, yo escribiré a mi señor lo que pasa, y sé que me enviará dineros que basten a sacarnos de cualquier peligro. Abrió los ojos de un palmo el huésped, alegre de ver que en parte iba saneando la pérdida de su asno.
Sería triste haber pasado la vida ahorrando, para engordar a los jesuítas o a esas hermanas que no saben hablar en castellano. No quiero que mis dineros sufran la misma suerte que los del sacristán del adagio. Por esto, a los sinsabores de mi lucha con la gentuza enemiga se une el dolor que me causa el carácter débil de mi hija.
Y que por cuanto antecedentemente por los judios se habia declarado que en esta ciudad y obispado se habia cobrado por los 30 dineros 3 maravedis y 4 dineros por el alvalá, lo que nuevamente negaban dichos judios, pidió el cabildo que interin acudia al rey se le dejase cobrar á razon de dichos 3 maravedis; en cuya consecuencia se consintió por los alcaldes se cobrasen, y prometieron no se molestaria á las personas que los recojan:» lo cual está firmado por Pedro Gonzalez y Alfon Martinez, escribanos públicos.
Volvió luego su furor contra las juderías, entró en ellas, comenzó á herir i matar cuantos hombres, niños i mujeres se ponian delante de sus ojos, i aun tambien de los que se recataban: hacia presa de las joyas i dineros que hallaba en las casas, i despedazaba en fin lodo aquello que era de judíos.
Vine yo con gran disimulación, y en entrando, me dieron la cédula diciendo: -Dineros y amor mal se encubren, señor don Ramiro. ¿Cómo que nos esconda V. Md. quién es debiéndonos tanta voluntad? Yo hice como que me había disgustado por el dejar de la cédula y fuime a mi aposento.
Contentísima se quedó la Pipaón, y no pensaba más que en el modo de introducir en la arqueta los dineros. Una pequeña dificultad ocurría, y era que no teniendo un billete de 400 escudos, sino varios de los pequeños, había de procurarse uno de aquellos. Si los billetes eran de otra clase, aunque la cantidad fuese la misma, el cominero se llamaría a engaño.
De mí te sé decir que si quisieras paga por los azotes del desencanto de Dulcinea, ya te la hubiera dado tal como buena; pero no sé si vendrá bien con la cura la paga, y no querría que impidiese el premio a la medicina. Con todo eso, me parece que no se perderá nada en probarlo: mira, Sancho, el que quieres, y azótate luego, y págate de contado y de tu propia mano, pues tienes dineros míos.
Probóseme todo, faltó favor, no tuve dineros, víame a pique de perder los tragaderos, sentenciáronme a galeras por seis años, consentí: castigo es de mi culpa; mozo soy: dure la vida, que con ella todo se alcanza.
Palabra del Dia
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