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¡Ni que hablar!... ¡Si ya le he dicho que ha tenido miles de ocasiones!... mejorando lo presente; pero haga la diligencia, don Ricardo... ¡de menos nos hizo Dios! ¿Usted querría acompañarme?... Vea, don Ricardo, vaya solo, ¡que en cuestiones de mujeres... es como en punto a domar! dijo riéndose afablemente Baldomero ...¡entre dos no sacan caballo bueno! ¿Y quién podría acompañarme?

15 También yo procuraré con diligencia, que después de mi fallecimiento, vosotros podáis tener memoria de estas cosas. 16 Porque nosotros no os hemos dado a conocer la potencia y la venida de nuestro Señor Jesús, el Cristo, siguiendo fábulas por arte compuestas; sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

¡Hombre usted está en el cristus de la polémica literaria! ¿De dónde viene usted? Usted no lee. En vez de buscar libros que confirmen la opinión de usted, la primera diligencia que ha de hacer es saber quién es el autor del artículo contrario. Bueno; pues ya lo . Pero el caso no es ese, sino que un periódico dice que mi artículo es malo. Calle usted. Somos felices.

Don Quijote, Sancho, Dulcinea, Sanson Carrasco, los Duques, Clara, Dorotea, Lucinda, Cardenio, Altisidora, Maese Pedro, y tantos otros, no tienen antecedentes, y es menester buscarlos con fatigosa diligencia en los archivos, y revelar luego al mundo la interesante verdad de que todos estos personajes vivieron vida real, y fueron bautizados en tal o cual parroquia.

Por desgracia, la diligencia que debía conducirnos Málaga, por Santafé y Loja, atravesando la Sierra-Nevada, partía casi á media noche; y las sombras eran tan espesas en aquellas noches de lluvias primaverales, que toda la campiña nos debía estar velada por las tinieblas.

Sospechó el Padre que el demonio en forma visible hacía de las suyas con la enferma; por lo cual, procuró confesarla con mayor diligencia, mas la infeliz nunca quiso vomitar aquellos pecados feos, porque padecía tanto en el alma y en el cuerpo.

Yo, que estaba comiendo ciertos tronchos de berzas, con los cuales me desayuné, con mucha diligencia, como mozo nuevo, sin ser visto de mi amo, torné a casa, de la cual pensé barrer alguna parte, que era bien menester, mas no hallé con qué.

Los reales esta tarde se formaron escondidos en un profundo valle, sobre un arroyito distante del enemigo ocho leguas. Se hizo toda diligencia por redimir los cautivos, pero en vano, y lo que mas se sentia era la cautividad del capitan Sepé, comandante de la artilleria.

Me presenté en la ventana, y noté en una barca, que se estacionaba cerca del puente, á la señorita Margarita, alzando con una mano el ala de su gran sombrero de paja bronceada y levantando los ojos hacia mi obscura torre. Aquí me tiene, señorita respondí con diligencia. Venga á pasear.

Sabe que en diligencia el amor, sobre todo, hace mucho camino en pocas horas.