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Actualizado: 13 de mayo de 2025


La soberbia es sin duda un mal consejero, no solo por el objeto á que nos conduce, sino tambien por la dificultad que hay en guardarse de sus insidiosos amaños; pero es seguro que poco falta si no encuentra en la pereza una digna competidora.

Me admiro de que un señorito como usted pueda aguantar todo el año aquí, sin moverse de estas montañas fieras.... ¿No se aburre? El marqués miraba al suelo, aun cuando en él no había cosa digna de verse. La idea del capellán no le cogía de sorpresa. ¡Salir de aquí! exclamó . ¿Y a dónde demontre se va uno?

Y es tanto más extraña esta excelencia del poeta, y más digna de nuestra admiración, cuanto que en todas sus obras introduce este papel, y conformándose con la costumbre general seguida en su época, aunque se oponga, más bien que favorezca, á su plan dramático, como, por ejemplo, en Amar por razón de estado.

Había faltado gravemente, ofendiendo a su mujer legítima, abandonando después a su cómplice, y haciendo a esta digna de compasión y aun de simpatía, por una serie de hechos de que él era exclusivamente responsable.

Imaginé posible todavía, cuando no el amor verdadero, fiel, único y sin mancha que pudiese unir mi ser con el de un hombre, un apacible y amoroso afecto que, sin poseer ya la vehemencia del amor juvenil, tuviese su limpieza, su persistente duración y su fidelidad exclusiva. ¿Pero dónde hallar este amigo, este amante, este esposo con quien yo aún atrevidamente soñaba? ¿Cómo podría yo desprenderme de lo pasado para ser digna de ser suya?

Luego vio que todo estaba lo mismo, que sólo ella se había conmovido con esta noticia estupenda, digna de trastornar el orden de lo existente. ¡Señor... Señor... Señor!... Y agarrando el vacío tazón y los restos del pan, echó a correr, deseosa de refugiarse cuanto antes en la cocina. Después de oír tales horrores, la casa le inspiraba miedo.

El señor Bonilla recuerda lo que contra ellos dijo el doctor Suárez de Figueroa en su Plaza universal de todas ciencias y artes . Y antes que Suárez, Barahona de Soto, en su Angélica, maltrató á los finchados gramaticones al incluírlos en la relación de aquellas gentes que Zenagrio, en la morada de Gleoricia, no se digna de mirar: «Tanto del soez gramático arrogante que, porque punta y coma sus diciones y ordena lo de atrás para adelante, no estima los gravísimos varones....»

La sensibilidad, la tumefaccion y los dolores quemantes en la region del hígado, y su agravacion por el acto respiratorio, son síntomas dignos de consideracion; las membranas son las partes preferentemente afectadas en la hepatitis propia de cantárida. La accion de este medicamento sobre las mucosas en particular, es digna de tenerse en cuenta.

Y es para decirlo con una frase digna de la Alta Cámara, donde hizo sus manifestaciones el general Aznar que «los individuos son como los pueblos, y los pueblos son como los individuos». El otro día, con un calor de cuarenta y tantos grados, estuve en el Congreso. Yo nunca había observado la política española a una temperatura tan alta.

Parece un ramo de rosa y blanco. Nadie imaginaría que pudiera haber otras tan bonitas. No me sorprendería que un día llegara a ser la señora de Cass, al fin y al cabo. Ninguna joven sería más digna de eso, porque sería una linda pareja. No podéis tener nada que observar a la figura del señor Godfrey, os apuesto dos peniques, en verdad.

Palabra del Dia

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