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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Salimos hasta el principio de la cuesta, y allí, en una sabanita, nos detuvimos. Abrió papá el breviario y se puso a rezar maitines. Yo me fui a lo largo de una milpa.

Zelayeta se puso a proa con el bichero, y Recalde y yo, unas veces remando y otras empujando contra las rocas, avanzamos despacio. De pronto, Zelayeta gritó, mientras apretaba con el bichero: ¡Eh! Parad. ¿Qué pasa? Hay que pararse. Perdemos fondo. El bote iba rasando la roca. Nos detuvimos. Estábamos a veinte pasos del barco.

Si no estuviese picado con nuestros chicos hace una temporada, ni hubiera pasado lo del Obellayo ni lo de ayer tampoco...¿Te acuerdas, Goro, cuando y yo solos al pie del puente de Arco detuvimos á nueve mozos de Rivota, dando tiempo para que los nuestros pasaran el río y los cogieran por la espalda?

Caminadas ocho leguas, llegamos á la nacion de los indios Morronos: recibiéronos tambien de paz, y estuvimos dos dias con ellos; y tomada relacion de la naturaleza y calidad de la tierra, con nueva guia proseguimos nuestro camino, y á las cuatro leguas llegamos á otra nacion, no tan populosa, llamada Paronios; tendrá 3,000 indios de guerra: allí nos detuvimos un dia, aunque tenian poca comida.

A las seis y diez de la mañana, y aprovechando el primer tren que parte de San Luis, salí con dirección á La Maya. En Dos Caminos, primera estación en que nos detuvimos, subieron al tren algunas familias, que, noticiosas de lo ocurrido en La Maya, se apresuraban á refugiarse en Santiago.

No nos pareció conveniente desembarcar allá, a pesar de que estábamos hambrientos. Pasamos por entre las islas Canarias y la costa de Africa, hasta que, al llegar a la desembocadura de un río, nos detuvimos. Había en las orillas algunos árboles aislados que parecían olivos. Este árbol, el argán, tiene un fruto parecido a la aceituna, aunque más redondo y amarillo.

Junto a las cenizas de la hoguera apagada, nos detuvimos un momento, y mi marido colocó dentro de cada uno de los zuecos doce sueldos, y mis hijas un puñado de confites que habían guardado para merendar.

Llegamos por último a Bailén, y explicaré por qué nos detuvimos en esta villa algunos días.

En Brienz nos detuvimos apénas el tiempo necesario para tomar un refrigerio y hacer enganchar un carricoche que debia llevarnos por el valle del Aar en direccion al canton de Unterwalden, pasando por el cuello de Brünig.

Hallamos en el pueblo gran abundancia de comida, por lo cual nos detuvimos cuatro dias en él: juntámonos despues, y pareciéndonos que estabamos informados medianamente de la tierra, su calidad y frutos, pareció á todos proseguir el viage; y caminando trece dias continuos, en que andariamos 52 leguas, segun decian los que entendian de las estrellas, llegamos á la nacion de los indios Carcokies: de allí, en nueve dias, entramos en otra provincia, de seis leguas de ancho y largo, la cual estaba toda cubierta de sal, tan espesa y blanca que parecia nevada, y que nunca se deshace.

Palabra del Dia

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