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Para llegar solamente a las Antillas, el mismo Colón sintió desmayar su voluntad en el primer viaje más de una vez, lo que no es raro, pues la fe más sólida flaquea al verse sumida en lo desconocido.

Un buen drama representado por , tal vez la haría desmayar para siempre. Un sentimiento más humano, y por lo tanto más verosímil, la hacía lamentar la ausencia de su hijo. Ella lo había llevado en sus entrañas y puesto en el mundo; era su madre, después de todo, y sentía haberse deshecho de él en provecho de otra.

-Déjese deso, señor -dijo Sancho-: viva la gallina, aunque con su pepita, que hoy por ti y mañana por ; y en estas cosas de encuentros y porrazos no hay tomarles tiento alguno, pues el que hoy cae puede levantarse mañana, si no es que se quiere estar en la cama; quiero decir que se deje desmayar, sin cobrar nuevos bríos para nuevas pendencias.

Español era él también, y su padre, y su madre; pero él no salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres: ¡porque en diez años ya no quedaba indio vivo de los tres millones, o más, que hubo en la Española!: él no los iba cazando con perros hambrientos, para matarlos a trabajo en las minas: él no les quemaba las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque ya no tenían fuerzas: él no los azotaba, hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo donde había más oro: él no se gozaba con sus amigos, a la hora de comer, porque el indio de la mesa no pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas: él no se ponía el jubón de lujo, y aquella capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la plaza a las doce, a ver la quema que mandaba hacer la justicia del gobernador, la quema de los cinco indios.

Sois hombre de corazon, de sentimiento: nos lo revela vuestro mismo estado, vuestras mismas palabras, hijas del mas puro entusiasmo por todo lo que es grande y bello: habeis empezado con nosotros vuestros viajes, y estamos seguros de que con nosotros los concluireis: ¿á qué arredraros ni desmayar cuando solo estamos á la mitad de la jornada?

Ya que hubo desahogado su bilis el joven marqués, sin resultado, comenzaron a desmayar sus ánimos y entró por el camino de las buenas razones, pasando en seguida al de los ruegos, aunque sin lograr mejor éxito.

Después que salió el P. Comisario han continuado los PP. Misioneros obedeciendo al que quedó en su lugar, sin desmayar un punto en su empeño; pero sin más fruto que el de enfurecerse los indios cada día más, continuando sus amenazas y desahogando su enojo en los corregidores, como ministros de los Padres, de quienes se han valido para que, persuadiéndolos á su modo, los alienten con su ejemplo; mas también á éstos han intentado matar, y á uno de ellos sólo con la aflicción de su peligro, murió á pocos días después que lo acometieron, y otros cuatro estaban al presente mal heridos, ya sin valor ni esperanza de resistir á los indios que fielmente están persuadidos á que es ficción de los PP. y no voluntad de su Rey el quitarles las tierras que han poseído por espacio de 130 años, cuyo derecho lo tienen confirmado sus soberanos por repetidas cédulas y que en esta buena fe han fabricado unos pueblos que no son como se dice aldeas, sino que exceden en sus fábricas á las más de las ciudades, etc.

Por su parte, Lorenzo pretendía meditar sobre su estado mental, luchando sin éxito con la incoherencia de sus ideas, en uno de esos curiosos estados de conciencia en que la voluntad parece desmayar a cada impulso y en que sólo se destaca nítido y claro el falso convencimiento de una enfermedad imaginaria.

Iba la abuela a protestar vigorosamente, cuando me apresuré a calmar a Celestina recordándole las palabras de San Pablo: «El que casa a su hija hace bien; el que no la casa hace mejorCreí que se iba a desmayar de gusto al oír estas palabras. Ese es un santo bueno... Ese es un santo grande... Ese es un santo... santo. No hay como los apóstoles. No hay como los Papas replicó la abuela.

Era mujer que cuando se proponía algo iba a su fin derecha como una bala, con perseverancia grandiosa sin torcerse nunca ni desmayar un momento, inflexible y serena. Si en este camino recto encontraba espinas, las pisaba y adelante, con los pies ensangrentados.