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Actualizado: 2 de julio de 2025
Al fin está la licencia para la representación: «Pocas veces tienen las comedias de Lope de Vega Carpio que advertir, porque lo es él tanto en sus escritos, que no deja en qué reparar, y en esta del Amor, pleito y desafío ha mostrado su ingenio y atención. Madrid 14 de Enero 1622.
¡Oh, Dios mío! exclamó la joven llorando; pero le desafío a que lo haga, y, ¡a usted también, padre mío! Teobaldo marchó sin conceder a Isabel la gracia que pedía. Pero la indignación de ésta llegó al colmo cuando tuvo conocimiento de un acto mucho más injusto y arbitrario.
Volvedle las ligas; si no, yo os desafío a mortal batalla, sin tener temor que malandrines encantadores me vuelvan ni muden el rostro, como han hecho en el de Tosilos mi lacayo, el que entró con vos en batalla.
El día entero lo pasa en esas batallas parlamentarias... supongo que el verdadero ministro es el subsecretario. Gambetta, el tan llorado y popular tribuno, presidía cuando M. de Cassagnac desafió en plena Cámara a M. Goblet, subsecretario de Estado. Estaba yo presente ese día. ¡Qué escándalo mayúsculo!
Un niño que llevaba á mi lado, al verse frente á frente con el mar sintió enardecerse su ánimo juvenil é indignóse de aquel desafío. El mar devolvió estocada por estocada. Lucha desigual que movía á risa, entre la mano delicada de la frágil criatura y la espantosa fuerza que tampoco se curaba de la debilidad del contrario.
En fin, temo que, sin provocación ni desafío por mi parte, cuando llegue Tirso a comprender el imperio que tiene en la casa, trate de ponerme en el disparador. Por supuesto, que no adivino lo que se propone.
Fué esto muy sensible á D. Alonso de Aguilar, y estimulado de la emulacion, ó del enojo que al granadino tenia desde que en 1470 habia concedido al mariscal el seguro de Granada para el desafío pendiente entre ambos, le salteó el reino talándole los campos y haciéndole cuanto daño pudo.
Al mismo tiempo me clavaba una mirada risueña, donde quise leer cierta burla despreciativa. ¿Usté también habrá venido a sus negocios? Sí, señor, aquí me ha traído un asunto que, por fortuna, ya tengo casi arreglado respondí con tonillo impertinente, contestando a su mirada burlona con otra de desafío. El amor propio herido hizo despertar la cólera en mi pecho.
Pero los padrinos se habían portado mal, eran torpes, a pesar de las ínfulas del coronel Fulgosio que decía tener el código del honor en la punta de los dedos: no parecían armas, se había hablado del sable primero, pero no parecían sables de desafío; no había en Vetusta sables así, o no querían darlos los que los tenían.
Allí citó y aguardó D. Diego a D. Alonso; y como éste no acudiese al desafío, D. Diego, declarado vencedor por el Rey moro, ató a la cola de su caballo un cartelón donde iba escrito el nombre de D. Alonso de Aguilar con la calificación de alevoso, y le arrastró por el suelo con ignominia.
Palabra del Dia
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