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Y recobrando su gravedad, le decía al ahijado con el tono de un profesor que enseña verdades de universal trascendencia: Ese es er verdadero cante jondo... ¡Jerezano puro! Y si te icen que si las seviyanas, que si las malagueñas, di que es pamplina. En Jerez está la llave der cante. Eso lo declaran toos los sabios del mundo.

Los líquidos se empobrecen, los sólidos pierden de su consistencia, la piel se arruga, concluye por distenderse por el esfuerzo de la serosidad que baña las láminas del tejido celular. Los sudores y las orinas se aumentan y arrastran materiales que deberian servir á la nutricion; se declaran flujos colicuativos y sobre todo diarreas.

Ejemplo desto tenemos en don Diego Ordóñez de Lara, que retó a todo el pueblo zamorano, porque ignoraba que solo Vellido Dolfos había cometido la traición de matar a su rey; y así, retó a todos, y a todos tocaba la venganza y la respuesta; aunque bien es verdad que el señor don Diego anduvo algo demasiado, y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no tenía para qué retar a los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a los que estaban por nacer, ni a las otras menudencias que allí se declaran; pero, ¡vaya!, pues cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija.

Niega Ibn Marzúk que esta copia estuviese manchada con la sangre de Othman, segun era voz popular en Andalucía; pero el Sr. Gayangos observa en una de sus eruditas notas que tanto Ibnu-l-abbar como el geógrafo Ibn Iyás, que afirman hallarse en su tiempo este Koran en Córdoba, declaran positivamente que se veían en él de una manera inequívoca señales de la preciosa sangre del Califa. El mismo Sr.

Y Descartes, de quien se dice que procede toda la moderna filosofía, como de Sócrates la antigua, es considerado como un deplorable metafísico por Gioberti y por otros, que si algo de bueno hallan en él lo declaran plagio de San Anselmo o de otros autores de la Edad Media.

Por su parte, los viajeros negros, que saben lo de las garantías y no ignoran que se acercan también á la zona del peligro, declaran á voz en cuello que Estenoz é Ivonet son un par de sinvergüenzas. Se sale de Alto Cedro. ¡Qué momento! Se apagan las luces del tren. Los soldados de la escolta se forman en línea de batalla junto á las ventanillas; la locomotora marcha á paso de tortuga...

Así sucedía en mi lugar con una mujer que llamaban Juana la Larga, la cual murió ya; y es muy cierto que ha dejado una hija heredera de sus procedimientos arcanos: pero el genio no se hereda, y la hija de Juana la Larga no llega, ni con mucho, adonde llegaba su madre: es mucho menos larga en todo, como lo reconocen y declaran cuantas personas competentes han conocido a la una y a la otra.

Así el alma, así las heridas que en ella hay, aunque duelan, aunque aflijan, no se comprenden, no se perciben por completo, cuando quedan confusas en el fondo del alma misma, y no se expresan y declaran en el lenguaje humano. Quiero, pues, estudiarme con valor, romper o desatar la venda o compresa que las cubre, y catar yo mismo mis heridas. »Obra de Dios es la hermosura.

Ya se lo decía yo todos los días: «Andate con cuidado, que Lisandro no llega; se queda no más en el último recodo». El de Petronila está con ella allá, en Europa, en una legación. Si le declaran disponible, se tendrán que venir no más. ¿Y cómo ponen casa? ¿Con qué? Además.

Uno que se queda en Jovellanos, no vale gran cosa; el que llega á Santa Clara tiene más derecho á la admiración de sus compañeros y los que pasan de Camagüey son unos valientes. Ni que decir tiene que los que declaran con solemne acento que el término de su jornada es San Luis, el Cristo ó el propio Santiago, son los amos del tren.