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Hasta los ladrones se conmueven con sus lamentos: llevan al mal herido á una caverna, en donde recobra la vida, merced á los asiduos cuidados de su amada. Los reyes de Aragón y de Castilla se declaran mientras tanto la guerra, pidiendo el uno su hijo y el otro su hija.

Usted lo ha de ver, Martínez prosiguió Villamelón ; el jueves próximo haré servir los dos pasteles sin decir lo que contienen, y veremos por cuál se declaran las opiniones. ¿Me entiende usted, Martínez?... Excuso decirle que cuento con su voto.

Los tratadistas de las bellas artes participaban de las mismas ideas; pues si bien los del siglo XVI, unos como Francisco de Holanda, se postraban ante el genio de los italianos, y otros, como don Felipe de Guevara, preferían a todo los restos del arte pagano, en cambio los del siglo XVII sin dejar de entusiasmarse con Rafael y el Vinci, declaran categóricamente que el objeto principal de la pintura es la glorificación de la fe.

Licinio ha muerto por mandato de Constantino, en castigo de una persecución á los cristianos que ha promovido, y se acuerda poner el cadáver en presencia de las tres cruces, porque será la verdadera la que lo resucite. Se hace la prueba, y apenas toca á Licinio el santo símbolo, recobra el muerto la vida, y las primeras palabras que pronuncia declaran la divinidad de Jesucristo.

El adelanto, el desenvolvimiento de la metafísica y de toda doctrina social, política y hasta ética, no está reñido con la revelación, que no fué ni pudo ser de una vez, sino que, en cierto modo y altamente aceptada, es progresiva. Las mismas palabras del Redentor lo declaran: Adhuc multa habeo vobis dicere, sed non potesti portare modo.

«No hay arboleda ninguna en estas huertas ni en la villa declaran en 1575 los vecinos , porque no se dan a ello; antes cortan los árboles que hay, porque son poco inclinados a ello.» «Las casas dicen en otra parte son bajas, sin luceros ni ventanas a la calle

Inglaterra y España declaran legal la elección, pero el embajador bohemio se retira lleno de ira al ver la inutilidad de sus anteriores esfuerzos. En la escena inmediata se nos presenta el rey Ottokar, que conoce ya la inutilidad de sus esperanzas, y que es excitado por su ambiciosa consorte Ethelfrida á levantarse contra el nuevo Emperador, y á reclamar para la Corona.