Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de mayo de 2025
Decíame que Juanelo no había hecho nada; que él trazaba ahora de subir toda el agua del Tajo a Toledo de otra manera más fácil: y sabido lo que era dijo que por ensalmo. ¡Mire vuestra merced quién tal oyó en mundo! Y, al cabo, me dijo: "Y no lo pienso poner en ejecución si primero el rey no me da una encomienda, que la puedo tener muy bien, y tengo una ejecutoria muy honrada."
Decíame: "Hícela en dos días, y este es el borrador", y sería hasta cinco manos de papel. El título era El arca de Noé. Hacíase toda entre gallos, ratones, jumentos, raposas y jabalíes, como fábulas de Isopo.
Hubo grandes diferencias entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio; mas yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nunca me apliqué ni a uno ni a otro. Decíame mi padre: "Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica, sino liberal. Quien no hurta en el mundo, no vive. Muchas veces me hubieran llevado en el asno si hubiera cantado en el potro.
Todo lo que pasa a mi alrededor aparéceme bajo una nueva luz, y todo revestido de una belleza desconocida para mí... Es una niñería, pero hace un momento que paseándome por el bosque miraba los árboles... que pasaban antes desapercibidos y decíame: «¡Qué cosa tan bella es un árbol, qué sólido es, qué elegante, cuan lleno de vida!...» No hay un solo objeto en la naturaleza, desde la más ligera hierba, que no me cause admiración, y me deje en éxtasis.
El misionero protestante, el católico, ¿tuvieron alguna influencia? ¿Convirtieron un solo salvaje al cristianismo? «Ninguno,» decíame Burnouf, tan bien enterado de estos asuntos. Hay entre ellos y nosotros treinta siglos, treinta religiones.
Mira, Reina, mira qué buen efecto produce decíame el cura. Cuando tenga un poco de plata, le haré dar una mano de pintura, o más bien, lo pintaré yo mismo; eso me divertirá y será más económico. La verdad es que pudiera ser un poco más alto, pero bueno es no tener demasiada ambición. Y el sencillo y excelente hombre, giraba con admiración, alrededor del púlpito.
Decíame que la partida de campo se haría mañana. Como tenía muchas cosas que decirme, esperaba que fuese aquella noche a comer a su casa. Según costumbre, el conde comió fuera de ella. Lo hicimos solos Isabel, la tía Etelvina y yo. En verdad que, con las muchas y graves noticias que la condesita me comunicó, no hice más que picar de los platos, sin comer realmente de ninguno.
Apenas obtenía el indicio más insignificante, enviaba agentes en todas direcciones y derramaba el oro a manos llenas... pero siempre sin resultado. En consecuencia, decíame constantemente: ¡Ya no existe! ¡Ha muerto, por desgracia! Cuando me visitaba para tratar de sus negocios, él sólo hablaba de ella; y yo, de la necesidad de vender y liquidar.
Sólo turbaban mis reflexiones el caer de las gotas de agua que doblegaban las hojas con su peso y el olor de la tierra húmeda que me recordaba las mejores horas de mi vida. De tiempo en tiempo, decíame el cura: Pero sabes que es curioso. ¡Qué cantidad de babosas! ¿Creerás, Reina, que he encontrado ya más de quinientas?
»Decíame en ella que Teobaldo le había aconsejado que no me escribiese; pero que, al saber que yo estaba enferma, no había podido resistir al deseo de comunicarme sus sentimientos. »El clima de Inglaterra, decía, no le conviene, aumenta sus padecimientos, necesita usted un clima más templado, más dulce, el bello sol de Nápoles, el aire de nuestra querida patria.
Palabra del Dia
Otros Mirando