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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Déjenme; si no, por Dios que lo arroje y lo eche todo a trece, aunque no se venda. Ya en esto, se había sentado en el túmulo Altisidora, y al mismo instante sonaron las chirimías, a quien acompañaron las flautas y las voces de todos, que aclamaban: ¡Viva Altisidora! ¡Altisidora viva!
Admitamos que Martholl sea una excepción y que se afana por vestirse para deleitar a sus contemporáneos; en cuanto a ustedes, déjenme darles un consejo, mis encantadoras amigas: preocúpense siempre de ser lo más hermosas posible; piensen en el placer que nos causan con un adorno feliz. Platel, debía usted habernos prevenido; esto es una conferencia. Seguramente...
Y como doña Frasquita abriese más boca que un horno, Cristeta prosiguió: Déjenme ustedes concluir. No quiero serles gravosa y me voy. ¡Muchacha! ¿Estás en tu juicio? Nada, nada; quiero vivir sola. Además, tal vez vuelva al teatro, y como ustedes comprenderán, no puedo ser artista y vivir en la calle de la Pingarrona, donde ustedes van a parar.
Y apártense: déjenme ir, que me voy a bizmar; que creo que tengo brumadas todas las costillas, merced a los enemigos que esta noche se han paseado sobre mí.
Padre y señor dijo la princesa, echándose en sus brazos; que eres el más sabio de los reyes, y el mejor de los hombres. Ya lo sé, ya lo sé dijo el rey; y ahora, déjenme hacer algo por el bien de mi pueblo. ¡Meñique, te hago duque!
Golfín? dijo acercándose en línea recta. Aquí estoy repuso Golfín seriamente. Creo que debe usted ponerse la venda y retirarse a su habitación. Yo le acompañaré. Me encuentro perfectamente.... Sin embargo, obedeceré... Pero antes déjenme ver esto. Observaba la manta y entre las mantas una cabeza cadavérica y de aspecto muy desagradable.
Dígolo porque si esta noche no hallamos los palacios o alcázares de mi señora, agora que es de día los pienso hallar, cuando menos los piense, y hallados, déjenme a mí con ella. -Por cierto, Sancho -dijo don Quijote-, que siempre traes tus refranes tan a pelo de lo que tratamos cuanto me dé Dios mejor ventura en lo que deseo.
Cuando salía, contestaba distraído, impaciente: No sé, no tengo nada, ¡déjenme en paz!
Vengan sobre mi cabeza todas las iras del cielo, toda la indignación y todo el menosprecio de ustedes; pero déjenme que implore un poco de misericordia para la desdichada, que no ha cometido otro pecado que el haber nacido de mí. »Aquella mujer no se ablandaba: quizás no me comprendía; acaso no daba más valor a mis instancias que el que tiene cualquier otro fracaso de casamiento ventajoso.
Cada oveja con su pareja, y nadie tienda más la pierna de cuanto fuere larga la sábana; y déjenme pasar, que se me hace tarde.
Palabra del Dia
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