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Actualizado: 15 de julio de 2025


¿Para qué? replicó Joshé y luego, dirigiéndose al señor, le preguntó: ¿Es la criada, eh? No, esta señorita es mi hija contestó fríamente el señor Arizmendi. Cracasch comprendió que había dado un tropiezo y para enmendarlo, dijo: Es muy guapa. ¡Ya se parece a usted, ya! No. Si es hijastra mía contestó el señor Arizmendi. Ja, ja... ¡qué risa!... Ya tendrá novio, eh.

Al día siguiente, cuando se presentó en casa de Arizmendi, pensó Cracasch: Nada, van a felicitarme por la broma de ayer. Entró y le pareció que todo el mundo estaba serio. De pronto, se le acercó Arizmendi y con voz más que severa, iracunda, en un terrible ab irato, le dijo: No vuelva usted a poner los pies en mi casa. ¡Imbécil! Si no fuera usted un idiota, le echaría a puntapiés.

El extranjero, Martín y Bautista corrieron y se reunieron con las dos mujeres y con Joshé Cracasch. La ventaja que tenían era grande, pero las mujeres corrían poco; en cambio, la gente del cura en cuatro saltos se plantaría junto a ellos. ¡Vamos! ¡Animo! decía Martín . En una hora llegamos. No puedo gemía la señora . No puedo andar más.

En poco tiempo Joshé borró su apodo de Cracasch. La Celedonia Arizmendi había notado la transformación de Joshé y sabía la parte que en este cambio le correspondía a ella. Joshé veía que la muchacha le miraba con buenos ojos; pero era tan tímido que nunca se hubiera atrevido a decirle nada.

El día de Carnaval, Joshé Cracasch tuvo una idea de las suyas y fué convencer a su discípulo para que sacara los trajes de su madre y de una hermana. Se disfrazarían los dos y darían a la familia Arizmendi una broma graciosísima. Ahora que se van a reir decía Cacochipi en su interior.

¡Bautista! exclamó Martín . Corre a Hernani, busca gente y tráela. Nosotros nos defenderemos aquí un momento. Iré yo dijo Joshé Cracasch. Bueno, entonces deja el fusil y las municiones. Tiró el músico el fusil y la cartuchera y echó a correr, como alma que lleva el diablo. No me fío de ese músico simple murmuró Martín . Vete , Bautista. La lástima es que quede un arma inútil.

Estos dos convencimientos le impulsaron a mudarse de traje, a cortarse el pelo, a ponerse una boina nueva y a no permitir que nadie le llamara Cracasch. Oye, Cracasch le decía alguno en la calle. ¡Hombre! Creo que me has llamado Cracasch decía él. , ¿y qué? Que no quiero que me vuelvas a llamar así. Pero hombre, Cracasch... Toma y Joshé empezaba a puñetazos y a golpes.

Joshé Cracasch estaba como en babia. Las dos mujeres, viéndose libres, echaron a correr por la carretera, en dirección a Hernani. Cracasch las siguió.

Pues habéis de saber dijo Dantchari que José Cacochipi, el hijo menor de André Anthoni la confitera, ha sido conocido siempre, urbi et orbe por el apodo de Joshé Cracasch. Este apodo lo tenía muy merecido porque Joshé era hace años, y aun hace meses, el mozo más abandonado de la ciudad y de los contornos; así que todo el pueblo, némine discrepante, lo apodaba Cracasch.

Palabra del Dia

gallardísimo

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